La irresponsable renuncia de Menem
Tras la bochornosa actitud del doctor Carlos Menem de renunciar a disputar la segunda vuelta electoral prevista para el domingo próximo, se abre en la Argentina una nueva etapa política, en la cual el diálogo maduro y la búsqueda de consensos deberá sepultar el mote de país imprevisible que hemos adquirido a causa de la irresponsabilidad de ciertos actores políticos.
Los motivos esgrimidos por el ex presidente de la Nación para abandonar la carrera electoral, además de endebles, carecen de toda seriedad. Es cierto que el justicialismo debió haber dirimido su candidatura presidencial en una elección interna abierta, que se vio frustrada por las mezquindades de sus dirigentes. Pero ese dato no puede ser utilizado ahora por el doctor Menem para desmerecer un acto electoral como el del 27 de abril, que no suscitó mayores objeciones, y una segunda vuelta establecida por la propia reforma constitucional que él impulsó en 1994. Cabe preguntarse por qué no renunció a ser candidato antes de la primera vuelta, si no estaban dadas las condiciones para garantizar el normal desarrollo de los comicios, como acaba de afirmar.
Los argumentos del doctor Menem suenan poco creíbles y parecen encubrir su temor a ser derrotado, justificado por la intención de voto que señalaban los sondeos de opinión pública. Lamentablemente, se sienta así un pésimo precedente, que prácticamente no encuentra analogías en ninguna parte del mundo: el hecho de que las encuestas terminen desplazando el pronunciamiento de la ciudadanía en las urnas.
Hablar de "trampas" y de "burlas a la voluntad popular" es lisa y llanamente una falta de respeto a la ciudadanía y un daño gratuito a las instituciones. Tan desafortunadas explicaciones deslucen su pretendido renunciamiento histórico y restan credibilidad a su anuncio de que contribuirá a la unidad nacional.
La probabilidad de que el doctor Menem se reconcilie con la vasta porción de la sociedad que hoy le da la espalda seguramente se debilitará aún más después de este gesto temerario. En ese sentido, su ciclo político parece estar llegando a su fin.
Mucho trabajo de todos los argentinos, y en especial de sus autoridades electas, requerirá terminar con la imprevisibilidad y la incertidumbre en la que han sumergido al país actitudes como las que acaba de anunciar el doctor Menem y también otras del presidente Eduardo Duhalde, que descuidó su papel de mandatario por el de virtual jefe de campaña y privilegió más de una vez los intereses personales o partidarios por encima del interés general.
Es de esperar que, en las presentes circunstancias, el doctor Néstor Kirchner demuestre la convicción necesaria para llevar a la práctica su convocatoria a todos los sectores a participar en el esfuerzo para la reconstrucción del país.
Al margen de su poco prudente desafío a lo que definió como "los grupos económicos que se beneficiaron con privilegios inadmisibles en la década pasada", debe destacarse su llamado a emprender la tarea, sin distinción de partidos o sectores, a todos los hombres y mujeres de la Argentina.