La incertidumbre de la hora exige responsabilidad
Frente al frágil escenario económico, se impone que el Gobierno actúe con prudencia y que los candidatos de la oposición tiendan puentes para el diálogo
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El resultado de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) efectuadas anteayer exhibió con toda crudeza un estado de la sociedad dominado por un enojo y un hartazgo que no es solo una respuesta ante las equivocadas políticas de concepción populista de la coalición kirchnerista, sino también frente a la virulenta lucha interna de una fuerza opositora, como Juntos por el Cambio, que no fue mucho más allá de los eslóganes de campaña a la hora de ofrecer soluciones concretas a los problemas socioeconómicos del país.
Javier Milei, el líder de La Libertad Avanza, fue probablemente el único candidato que supo interpretar ese malestar ciudadano y capitalizó su papel de catalizador de la bronca con una cosecha electoral del 30% de los votos, que superó ampliamente las proyecciones de las encuestas de opinión pública. El oficialismo peronista, que confluyó en la alianza Unión por la Patria (UP), resultó el principal castigado: por primera vez se ubicó por debajo del 30% en una elección nacional –apenas alcanzó el 27,27% de los sufragios–, al tiempo que también por primera vez se ubicó en el tercer puesto. Pero el llamado de atención que recibió la dirigencia de Juntos por el Cambio no fue menos severo: retrocedió 15 puntos respecto de su performance en las elecciones legislativas de 2021, al pasar del 43% al 28,27%.
Nada está dicho de cara a los comicios generales que tendrán lugar el 22 de octubre, por cuanto apenas tres puntos de diferencia separan a las fuerzas políticas que obtuvieron el primero y el tercer lugar en la competencia de anteayer. Se trata de un virtual triple empate, que podría definirse simplemente por la actitud que adopte el casi 10% de ciudadanos que se inclinaron por agrupaciones políticas que quedaron fuera de carrera o el 5% de electores que optaron por votar en blanco, al margen de algo más del 30% de la población que no concurrió a emitir su voto.
El hecho de que las PASO no hayan podido definir más que unas pocas formalidades, sin poder despejar la incógnita acerca de quién podría asumir la presidencia de la Nación en un demasiado lejano 10 de diciembre, ha sumado un nuevo factor de incertidumbre y de inestabilidad, tal como se vio en la víspera en el mercado financiero, donde los títulos públicos argentinos cayeron fuertemente y las distintas cotizaciones del dólar experimentaron importantes alzas.
Los operadores económicos, además de detestar la incertidumbre, privilegian la racionalidad económica y la fortaleza política. Es claro que un hipotético triunfo electoral de Milei generaría dudas sobre esta última cualidad, en tanto una proyección del resultado de anteayer lo ubicaría con un bloque no superior a 40 diputados nacionales. Del mismo modo, la debilidad con la que emerge de los comicios el ministro de Economía, Sergio Massa, siembra dudas sobre los próximos pasos del gobierno nacional frente a los desafíos financieros. Las afirmaciones del candidato presidencial oficialista planteando una falsa disyuntiva sobre si “va a haber trabajadores o esclavos” y del gobernador Axel Kicillof reivindicando la necesidad de un Estado cada vez más intervencionista son ejemplos de la insistencia en fracasadas políticas populistas que distan de llevar tranquilidad a quienes toman decisiones económicas.
Frente a estos nuevos factores que pueden acelerar la fragilidad económica, corresponde convocar a todos los actores a actuar con la indispensable responsabilidad.
Ante un gobierno que puede percibirse en retirada, cabe exhortar a las autoridades nacionales a no profundizar el derroche de gasto público ni a impulsar más medidas que desemboquen en una inflación aún mayor en los meses que quedan hasta diciembre. Del mismo modo, quienes conducen las fuerzas opositoras deberán entender que las soluciones a los graves problemas del país no provendrán del mero voluntarismo ni de los gestos de un supuesto líder iluminado. Más allá de las lógicas diferencias, sería trascendente que los candidatos presidenciales de La Libertad Avanza y de Juntos por el Cambio procuren a partir de ahora tender puentes que brinden señales de que, en el futuro, será posible alcanzar coincidencias para dar una eficaz respuesta a los dramas que hoy afligen a los argentinos. De no ser así, el país sumará a sus crónicos problemas una peligrosa sensación de anarquía.