La detención de Jeanine Áñez
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Como consecuencia de un pedido sorpresivo de un fiscal, se detuvo a la expresidenta de Bolivia Jeanine Áñez, a quien se acusó de haber cometido los presuntos delitos de “sedición y terrorismo”, que conllevan una pena de cárcel de entre cinco y veinte años.
Asimismo, cinco de sus exministros y la cúpula militar que, en noviembre de 2019, sugiriera la renuncia del también cuestionado expresidente Evo Morales, están siendo requeridos. Cabe recordar que Evo Morales renunció a la presidencia de Bolivia en ese mes y abandonó el país.
Bajo la presidencia actual de Luis Arce, Bolivia es hoy uno de los países más cercanos ideológicamente a Cuba y a Venezuela de toda Latinoamérica.
La enorme publicidad conferida a la inusual y severa detención de la expresidenta y las muy poco habituales formas que han sido empleadas contra una mujer de vasta experiencia política sugieren que está en marcha un proceso ideológicamente turbio y condenable, cargado de lamentables componentes de venganza política, con el objetivo ulterior de conferir impunidad a Evo Morales.
Jeanine Áñez accedió a la presidencia de su país en razón del proceso normativo previsto en la propia Constitución boliviana para el supuesto de vacancia presidencial. Porque era entonces, precisamente, la presidenta del Senado boliviano, ella se convirtió en la presidenta interina de su conmocionado país, algo que el actual oficialismo parece no perdonarle.
Enfrenta así un proceso que amenaza convertirse en un infierno, en razón del componente político que estaría alimentándolo.