La crisis del Reino Unido
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Al cumplirse un año de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), una encuesta de The Guardian señala que el 42% de quienes votaron en favor del Brexit en 2016 tienen hoy una opinión negativa sobre cómo han cambiado las cosas. Y un sondeo de la firma Opinium para el diario Observer indica que 6 de cada 10 votantes creen que la ruptura con la UE fracasó y el 26% incluso dice que la situación es peor.
El restablecimiento de fronteras se traduce en graves problemas en el tránsito de mercancías, sujetas ahora a engorrosos y caros procesos derivados de los nuevos controles aduaneros sobre las exportaciones. Pequeñas y medianas empresas temen una interrupción significativa, ya que muchas de ellas no están adecuadamente preparadas para la burocracia y los costos adicionales que se presentan. A ello se suma la carencia de personal en puestos de agricultura y turismo, ocupados antes en gran proporción por no británicos, y la escasez de transportistas, origen del desabastecimiento y encarecimiento de productos.
A las críticas sobre los resultados del Brexit se agrega el escándalo de las fiestas realizadas en Downing Street, contrarias a las restricciones sociales impuestas por la pandemia. La participación confirmada del primer ministro Boris Johnson en alguna de estas fiestas –incluso habría festejado allí su propio cumpleaños en 2020– y su pretensión de desconocerlas ha indignado a los británicos y provocado un virtual terremoto en la Cámara de los Comunes. La posición inicial de Johnson de negar esos hechos, sumada a su intento posterior de quitarles importancia, llevó a un número significativo de diputados del Partido Conservador a pedir su dimisión. El Partygate, como se lo conoce, obligó al primer ministro a pedir disculpas en el Parlamento y, también, a la reina Isabel II por dos festejos que tuvieron lugar en pleno luto nacional por la muerte de su esposo, Felipe de Edimburgo.
La reina atraviesa su propia crisis a raíz de las graves acusaciones por abusos sexuales que enfrenta su hijo, el príncipe Andrés, a quien quitó todos los títulos nobiliarios y militares como una manera de evitar que el juicio civil que se abrirá en Nueva York dañe aún más a la corona.
Después de la entrevista que realizó la BBC en 2019 al duque de York en la que se no mostró arrepentimiento por su turbia relación con el millonario pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein, el apoyo entre los más jóvenes (de entre 18 y 24 años) sufrió un serio declive. Si en aquel año un 46% de los consultados prefería un monarca y solo un 26% a un jefe de Estado elegido democráticamente, hace seis meses el giro fue radical: solo un 31% aspiraba a que continuase la monarquía y un 41% manifestaba sentimientos republicanos.
Este nuevo año ha comenzado de manera poco auspiciosa para el Reino Unido. Si bien las consecuencias de la crisis no terminan de conocerse aún, es de esperar que sean las mismas instituciones británicas las encargadas de restablecer la confianza y solidez que siempre las ha caracterizado.