La contaminación del aire, un grave riesgo ambiental
En un reporte reciente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que en 2012 unos 7 millones de personas murieron -una de cada ocho del total de muertes en el mundo por la exposición a la contaminación atmosférica . Esta conclusión es dolorosa, porque duplica las estimaciones anteriores y confirma que esa contaminación constituye hoy el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo. Si se redujera, podrían salvarse millones de vidas perdidas , principalmente, por enfermedades cardiovasculares y cáncer. La información fundamental para la prevención de las enfermedades relacionadas con la contaminación atmosférica es parte de una tarea que viene realizando la OMS para contar con una plataforma mundial sobre la calidad del aire y la salud que permita generar mejores datos sobre esas enfermedades y así orientar a los países de modo de demostrar los beneficios para la salud derivados de intervenciones fundamentales. Este año, la OMS publicará directrices sobre la calidad del aire de interiores en las que se abordan el uso de los combustibles domésticos y datos sobre la exposición a la contaminación atmosférica en general y a la del aire de interiores y la mortalidad conexa, además de la información actualizada sobre las mediciones de la calidad del aire en 1600 ciudades del mundo. Es una información para que las autoridades tomen medidas. La excesiva contaminación del aire es a menudo una consecuencia de políticas equivocadas, que no son sostenibles en sectores como el transporte, la energía, la gestión de desechos y la industria pesada.
En Buenos Aires y alrededores conviven más de 12 millones de personas, unas 50.000 industrias, basurales a cielo abierto, aeropuertos y tres centrales termoeléctricas. Todo ello impacta directamente en la calidad del aire. La cantidad de vehículos - actualmente la principal fuente de contaminantes ha crecido de un modo abrumador: cada año se suman a la ciudad de Buenos Aires unos 130.000 automóviles. Y cada día ingresan alrededor de 1.200.000. Se trata de un tránsito que genera varios cientos de toneladas de gases y diminutas partículas que se incorporan a la atmósfera. Esta situación es el síntoma de una enfermedad en estado agudo: el deterioro de los sistemas de transporte masivo, especialmente el ferrocarril y el subte. Y, más allá de algunas mejoras concretas en el tránsito, no hay un plan para ingresar y egresar desde la provincia de Buenos Aires de un modo por lo menos decoroso en los próximos años.
Es evidente que se requiere una mejora en la calidad de los servicios de transporte público y un mayor control de emisiones, pero con una visión integral, que promueva el desarrollo de una industria limpia, donde los transportes puedan incorporar las tecnologías más modernas, de modo que las próximas generaciones sufran menos contaminación. Es posible, incluso porque la geografía beneficia a la Capital: al estar ubicada en una gran planicie abierta facilita la circulación del aire que proviene del Río de la Plata, lo que favorece la dispersión de los contaminantes. La puesta en marcha de estas medidas para evitar la contaminación del aire, no sólo redundará en un futuro más sano, con ahorros en materia de salud, sino que tendrá un efecto positivo al mejorar la calidad de vida.