La confianza ciudadana en el Ejército
Según una reciente encuesta, solo las universidades y las escuelas superan en reconocimiento a una de las Fuerzas Armadas que nació con la patria misma
Según una encuesta realizada por Management & Fit, la confianza pública en el Ejército es del 66,3 por ciento.
Se podrá decir que los relevamientos de opinión pública están cuestionados desde hace años en todo el mundo por los desaciertos en que han caído. Se podría decir también que son relativos los valores de una encuesta cuantitativa, hecha sobre 1020 casos en esta ciudad y en el Gran Buenos Aires, y con un margen de error de más o de menos 3,07 por ciento.
Pero tres cuestiones invitan a reflexionar sobre lo arrojado por la muestra. Primero, solo las universidades, con el 80,5% de confianza, y las escuelas, con el 71,1%, superan en reconocimiento a aquella institución que nació con la patria misma. Segundo, que hacía demasiado tiempo que el Ejército no aparecía mencionado de tal modo en un relevamiento comparativo de tal naturaleza, pero que ahora emerge a la consideración pública, justo después de que sus tropas distribuyeran alimentos en las zonas críticas de La Matanza y de Rosario, por ejemplo. Tercero, que es digno de destacarse que una empresa consultora dedicada a sondeos de opinión pública asuma la responsabilidad de difundir datos que ponen de relieve el estatus del Ejército ante la sociedad, sin arredrarse frente a la posible maledicencia de los grupos políticos y sociales que, asistidos algunas veces por fondos del Estado y en otras por fondos del exterior, ejercen con carácter permanente una campaña profesionalmente organizada contra las Fuerzas Armadas.
Bien, pues, por Management & Fit. Más adelante podría encararse una nueva encuesta. Sería interesante saber, entre otros puntos de interés general, qué se habría considerado de mayor gravedad: ¿la liberación de presos comunes por violación tanto de mujeres como de menores, por secuestros o por crímenes reiterados con el propósito de robar, o la eventual detención domiciliaria de jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas, de más de 70 años de edad, sospechosos o imputados de actos de terrorismo de Estado cometidos hace más de cuarenta años en represalia de organizaciones terroristas cuyo exterminio había ordenado el presidente constitucional Juan Perón, antes de que su sucesora, María Estela Martínez de Perón, dispusiera su "aniquilamiento"?
El sistema educativo argentino merece, según la encuesta de Management & Fit, el 64, 4% de confianza de los encuestados y, a renglón seguido, se colocan las fuerzas policiales, con el 52, 8%. Es este otro dato de interés, en términos implícitos, respecto del compromiso ciudadano con el orden público que aquellas representan. Su relevancia se subraya por el hecho de que la opinión pública no ignora cuán a menudo miembros de las fuerzas de seguridad aparecen comprometidos con hechos delictuosos y en particular con el flagelo del narcotráfico, que ha colocado más de una vez en situación crítica a la policía santafesina y obligado a desmontar en el interior delegaciones de la Policía Federal.
El relevamiento se hizo entre el 25 y el 29 de abril, antes de la eclosión de las protestas ciudadanas por los escándalos provocados por liberaciones masivas de presos, de modo que hay otros datos que han de haber variado con los días. Sabe la opinión pública que las órdenes del caso fueron impartidas por magistrados judiciales pasibles de gravísimas sanciones y hasta del apartamiento definitivo de sus funciones. Pero sabe por igual que, a pesar de las fingidas desmentidas desde diversos niveles del poder político, nacional y provincial, se fomentó desde ellos ese tipo de lamentables decisiones para la salud de la República.
Corresponde tomar nota de los sugerentes resultados de la encuesta citada. Habrá que esperar otros sondeos más para confirmar la tendencia que han puesto de manifiesto, pero no hay dudas de que hubo de llamarse al Ejército, en momentos harto dramáticos, para la distribución de alimentos, porque la mayoría de los punteros políticos de barriadas paupérrimas no son confiables ni para eso.
Por ahora celebramos cautamente estas manifestaciones de recuperación del prestigio social de instituciones que, como el Ejército, conciernen a la defensa nacional, sin la cual cae por definición la idea de un Estado soberano. Y no habrá que olvidar que esas instituciones existen porque así lo prevé con sabiduría la Constitución nacional.