La belleza se paga cara
- 2 minutos de lectura'
Las mujeres afganas no bajan los brazos. Ante el decreto que ordena el cierre de los salones de belleza en todo el país, del que ya nos ocupáramos desde esta columna editorial, las protestas y la represión volvieron a las calles de la ciudad de Kabul. Estas expresiones son cada vez más infrecuentes por el enorme temor a la terrible represión fundamentalista que ya se ha cobrado demasiadas vidas.
Aun así, muchas tomaron valor pues la nueva prohibición se traduce en lo que expresan las pancartas en las manifestaciones: “No me quiten el pan y el agua”; “Queremos trabajo, comida y libertad”. La medida no solo deja sin vitales ingresos a muchas emprendedoras, sino que además las priva de un ámbito de socialización y libertad al que razonablemente no están dispuestas a renunciar.
Días atrás, un grupo de unas 50 afganas fue dispersado violentamente con camiones hidrantes y disparos al aire, golpes a niñas e incautación de celulares; incluso se llevaron a algunas en otra muestra más del reprobable accionar talibán. La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) criticó la medida y expresó preocupación por el deterioro de la vida y la seguridad de las afganas desde agosto de 2021, cuando los talibanes llegaron al poder.
Además de esgrimir que no se cumple con la ley islámica, el irrisorio discurso oficial plantea que en dichos salones se cobran sumas elevadas, especialmente con motivo de bodas, condenando las “grandes erogaciones de dinero y las tradiciones innecesarias”. En relación con el mismo tema, el Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio prohibió también que se tocara música en las bodas. Llegaron incluso a quemar instrumentos musicales por considerar que “causaron desviación de los jóvenes y deterioro de la sociedad”.
Lo cierto es que detrás de tanto disparate se encuentra un régimen abusivo que en pleno siglo XXI pretende someter a las mujeres, privándolas de educación, de libertad de movimiento y de libre elección de su vestimenta, entre muchas otras interdicciones que el mundo libre debe seguir denunciando sin descanso.