La AFA y su nefasta cúpula de supervivencia
La negativa a abrir las puertas a las SAD lleva a pensar que prima en la entidad la necesidad de preservar sus “beneficios” negando la potestad de los socios
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La pelea entre el Gobierno y la AFA por el eventual ingreso de las sociedades anónimas deportivas (SAD) en los clubes de fútbol toma temperatura. Desde que la figura fue incluida en el decreto de necesidad y urgencia 70/2023, firmado por el actual presidente de la Nación al inicio de su gestión, los cruces se acentúan y cada paso que va dando el oficialismo encierra una idea conceptual tan consustanciada como de necesaria ejecución: “Terminar con el pobrismo socialista en el fútbol”.
La discusión no es de ahora. Hubo iniciativas similares en años anteriores. La más cercana, en tiempos de Mauricio Macri al frente del Poder Ejecutivo; fue un precursor de las SAD.
El rechazo de la AFA tampoco es nuevo: siempre, desde la época de Julio Grondona, se miró de reojo la eventual intromisión de la política en las cuestiones dirigenciales de cualquier índole. Se recuerda en este punto la frase de cabecera del eternizado dirigente en el sillón presidencial de la entidad: “Si se mete la política, la FIFA nos desafilia”. Grondona instaló la percepción de que la AFA era como “una cúpula de supervivencia”.
El argumento de la AFA respecto de que solo pueden ser afiliados a ella clubes en la forma de sociedades civiles no tiene en cuenta que la FIFA admite las sociedades anónimas en numerosas ligas de las más importantes del mundo como la Premier League, la Liga, la Serie A y la Bundesliga
El argumento de la AFA, según el que solo pueden ser afiliados a esa institución clubes en la forma de sociedades civiles, no tiene en cuenta que la entidad rectora del fútbol mundial, la FIFA, admite las sociedades anónimas en numerosas ligas de las más importantes del mundo, como la Premier League (Inglaterra), la Liga (España), la Serie A (Italia) y la Bundesliga (Alemania).
Ya sin Grondona en el poder y luego de su fallecimiento, Claudio “Chiqui” Tapia continuó la línea del excaudillo en muchos deplorables aspectos: generar mayor poder interno, infundir temor a represalias en los “rebeldes” y perpetuarse en la conducción con el respaldo, sobre todo, de los clubes del ascenso. Nunca se preocupó por modificar lo que pudiera objetarse de la dilatada gestión anterior; por el contrario, lo empeoró.
Abundan torneos cada vez más devaluados e inentendibles, sistemas de controles cuestionados, arbitrajes absurdos, ascensos sospechados, nombres de competencias rotativos que confunden a los seguidores y clubes cada vez más pobres, endeudados y urgidos de dinero fresco. La gestión Tapia hace agua por todos lados. Solo se mantiene a flote por un salvoconducto de alcances supremos: el éxito del seleccionado nacional. Su chiche personal. Mientras el resto se desmorona.
El presidente Javier Milei es un defensor a ultranza de las sociedades anónimas deportivas y fue él mismo quien introdujo el debate sobre las SAD en la agenda política y deportiva del país en la antesala de la final de la reciente Copa América que el conjunto dirigido por Lionel Scaloni conquistó en Estados Unidos.
La diputada Juliana Santillán (La Libertad Avanza-Buenos Aires) presentó un proyecto para permitir el ingreso de capitales privados en el fútbol. “Es un momento histórico para el ingreso de aportes privados y de divisas para la Argentina a través del fútbol, como sucede en todo el mundo. No estamos inventando la pólvora; estamos adaptando el fútbol argentino a una situación que lo puede sacar de la crisis y de los procesos de quiebra”, destacó la legisladora.
El camino siguió su curso. La Inspección General de Justicia (IGJ) acaba de establecer una serie de desregulaciones y flexibilizaciones de trámites que habilita a las asociaciones civiles sin fines de lucro (el actual estatus de los clubes) a transformarse en sociedades anónimas deportivas, ad referendum de la voluntad de sus socios.
El ingreso de capitales privados no quita los derechos de los asociados, sino que apunta a mejorar la calidad institucional a partir de controles más exhaustivos
Este último punto es relevante: no se trata de una imposición, sino que son los propios socios los que tienen la potestad de definir el futuro de su entidad. La vida social de los clubes tiene un rol importantísimo en la sociedad y también en el fútbol: muchas de sus entidades desarrollan diversas actividades para chicos y adultos. El ingreso de capitales privados no quita los derechos de los asociados: apunta a mejorar la calidad institucional a partir de controles más exhaustivos.
En definitiva, se propone un gerenciamiento no para que los clubes pierdan su esencia y su identidad, sino para que puedan explorar una posibilidad de expansión. Sin el control que exige una sociedad anónima –y para testificarlo están las tesorerías en rojo escarlata–, se pierde de vista el movimiento de dinero que genera un club de fútbol, incluidos los contratos en los que se involucran empresarios e inversores que actúan en desmedro de las entidades, que finalmente no obtienen rédito de lo que generan esos futbolistas por sus éxitos deportivos y sus ventas al exterior. Pierden los clubes, ganan los oportunistas avalados por los cómplices.
Daniel Roque Vítolo, titular de la IGJ, dijo a LA NACION en una entrevista reciente: “Muchos intentos previos de avanzar con las SAD se han frustrado porque juegan los lobbies. Es decir, quienes manejan determinadas federaciones tienen una cuota de poder que, quizá, si vienen nuevos jugadores al campo de juego del negocio del fútbol, ese poder se va a difuminar, o va a cambiar: lo van a tener que compartir”. Categórico.
La negativa sistemática, en este caso de la AFA, de abrir sus puertas a las SAD, con los endebles argumentos de siempre, lleva inevitablemente a pensar que prima la necesidad de “no tocar” algo que otorga beneficios interesados desde hace mucho tiempo y que se simula defender con la frase simplista de “el club es de los socios”.