Insólita demanda judicial
Una de las razones por las que educamos a los hijos es para que, llegado el momento, sean autónomos, capaces de asumir responsabilidades y tomar decisiones. En un fenómeno extendido en el mundo actual, en muchas familias se ha impuesto la obligación de convivir con hijos ya adultos que han retrasado su emancipación y que se resisten a dejar el hogar familiar por innumerables razones, dando origen al síndrome del nido lleno. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que la etapa conocida como "adolescencia tardía" continúa extendiéndose más allá de los 19 años, que marcaban hasta hace poco el límite, a los 25 años actuales.
Según datos del Indec, de los 13 millones de habitantes de hogares multifamiliares de la provincia de Buenos Aires, más de 700.000 son hijos de entre 25 y 44 años.
En el Reino Unido se ha iniciado una demanda de características insólitas, al punto de que el juez James Munby, a cargo de la causa, afirmó que esta no tenía precedente conocido ni por él ni por los abogados que litigan ante sus estrados.
Se trata de un ciudadano londinense de 41 añosque demandó a sus padres, residentes en Dubái, por haber generado en él una dependencia hacia ellos a lo largo de los últimos 20 años.
Los padres son personas muy ricas y, al decir del demandante, no tendrían inconvenientes económicos para mantenerlo de por vida. La razón del reclamo sería que ellos lo hicieron muy dependiente.
Curiosamente, el accionante posee un título en historia moderna, es abogado calificado y, además, cuenta con una maestría en impuestos. Por otra parte, y ello aparentemente podría explicar el caso, padecería alteraciones mentales.
El juez Munby desestimó la demanda, al sostener que un hijo adulto no debería poder demandar a sus padres para obtener financiación, y le impuso las costas del juicio en favor de los padres, por el equivalente a unos 77.000 dólares. Además, le negó la apelación.
Son particularmente extraños el enfoque del caso y el patrocinio del abogado del actor.
La demanda tendría visos de verosimilitud y habría podido ser viable si el actor hubiese acreditado sus alteraciones mentales y demostrado que estas eran de suficiente entidad como para impedirle ganarse el sustento. Sus logros académicos permitirían deducir que tales alteraciones fueron posteriores y, en tal caso, los padres hubieran quedado obligados a prestarle alimentos.
Respecto de los reclamos judiciales más insólitos, se recuerda el caso de una persona que demandó a sus padres por no haberla abortado sabiendo que padecía una discapacidad.
Más allá de toda especulación sobre el enfoque, imposible de examinar más allá de lo expuesto sobre la base de la noticia periodística, el caso no puede dejar de sorprender, razón por la cual también resulta natural que se coincida con la decisión del magistrado inglés.