Indignantes botones de muestra provincial
- 4 minutos de lectura'
Andrés Watson, candidato de Unión por la Patria, se impuso a fines de octubre con más del 56% de los votos y logró así su reelección al frente de la intendencia de Florencio Varela, un bastión históricamente peronista con casi 500 mil habitantes, según el último censo. En referencia al triunfo de la boleta oficialista en su distrito, afirmó que “la gente no es tonta y sabe lo que vota”.
Un organismo oficial como el Indec reportó que, para el segundo semestre de 2022, el 60% de los vecinos de la localidad de Florencio Varela carecían de cloacas, debiendo hacer pozos en sus propiedades, en pleno siglo XXI y en zonas urbanas, para disponer sus deshechos, de manera controlada, pues contratar un camión atmosférico implicaría una erogación fuera de su alcance.
Los datos del Observatorio de Barrios Populares sobre los 5687 barrios monitoreados, más de 70 de ellos en Florencio Varela, son coincidentes: el 65% tienen desagüe solo a pozo ciego u hoyo, con un 26% que desagua a cámara séptica y pozo ciego. Apenas un 2,87% cuenta con conexión formal a la red cloacal. Por otra parte, la misma institución reporta que el 91% de ese total carece de acceso formal a la red de agua corriente.
La ley garantiza el acceso digno al agua, pero los funcionarios desconocen esta norma reglamentada ya a fines de 2019 y las familias bonaerenses afectadas dependen de las eventuales apariciones de los camiones cisterna, modernos aguateros a pocos kilómetros del Obelisco y a más de doscientos años de la Revolución de Mayo.
El 70% de las calles varelenses son de tierra, lo que las vuelve intransitables cuando llueve, además de carecer mayormente de toda iluminación. Hay zonas en que los propios vecinos han también unido fuerzas para comprar cascotes de relleno para los pozos más grandes. Tan deteriorados están los accesos a los barrios que las ambulancias no ingresan y cada vez circulan menos líneas de colectivos, con recorridos acotados también por la inseguridad, obligando a la mayoría de los residentes a caminar largas distancias para abordarlos, cuando no a atascarse en el barro, siempre con el peligro al acecho que obliga a moverse en compañía.
Por si el panorama no fuera ya por demás insalubre, hay que mencionar las numerosas industrias y depósitos instalados en la zona que, en ausencia de controles, suman contaminación.
Un capítulo aparte corresponde a la inseguridad, en gran medida protagonizada por vendedores y consumidores de droga, entre otros delincuentes. Ni la ropa tendida fuera se salva y nadie vive tranquilo, en triste convivencia con el crimen y el narcotráfico, que se adueña cada vez más tempranamente de niños y jóvenes que, si no consumen o fueron reclutados como soldaditos, ya no pueden salir a jugar a la vereda ni a la cancha de fútbol del barrio por temor.
A muchos costará entender que quienes tan lejos se encuentran de vivir dignamente sigan apoyando a quienes los condenan a tantos infortunios. Algo similar se dio a nivel nacional cuando el oficialismo cosechó un porcentaje de votos por demás elevado si se considera la enorme carga de fracaso expuesto, entre otras cosas, en los crecientes índices de pobreza. Las promesas, los discursos populistas efectistas, el plan platita y las dádivas reducen a una vil servidumbre a millones de argentinos condenados a la marginalidad. Son quienes desde hace décadas parecen haberse acostumbrado, por comodidad, desidia o ignorancia, a transitar injustificables padecimientos a merced de una clase política con más vocación expoliadora que disposición a servir a sus electores. Será que la resignación se ha adueñado de sus mentes, aferrados a lo poco conseguido, cuando tampoco se les ha enseñado a pensar con autonomía, inmersos como estamos en una crisis educativa de proporciones a la que hemos de sumar el adoctrinamiento ideológico groseramente impuesto junto con el rechazo a la cultura del trabajo.
El enfrentamiento entre el flamante gobierno nacional y el bonaerense va encendiendo sus primeros chispazos. Los anuncios sobre sanos límites a un excesivo paternalismo del Estado obligará a revisar infinidad de situaciones. Enhorabuena, aunque lleve décadas. Es tiempo de ver cómo restaurar tanto derecho vulnerado para que la dignidad no sea patrimonio exclusivo de unos pocos.