Incendios en Corrientes: no más demoras
Los gobiernos nacional y provincial deben asumir sus responsabilidades de maneja conjunta, rápida y eficaz; ya se ha perdido demasiado tiempo
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La proliferación de incendios es una de las consecuencias de la letal conjugación de sequías prolongadas, vientos fuertes, altas temperaturas y, en no pocos casos, del accionar desaprensivo de algunos individuos. Mientras en el partido bonaerense de General Villegas las lluvias del mes último han anegado un 40 por ciento de la superficie, en la provincia de Corrientes, durante los últimos dos años, se viene registrando un marcado déficit de precipitaciones y hoy el fuego avanza en medio de una sequía histórica que ya lleva 45 días. La bajante del Paraná y las napas que se están secando vuelven crítica la situación y los pronósticos no son alentadores.
Corrientes se encuentra en emergencia: ya se quemaron más de 518.000 hectáreas y se expandió así en más de seis veces desde el 15 de enero pasado, según un informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que reporta que, al 31 de dicho mes, el 58% del total de las coberturas afectadas correspondían a áreas de humedales, como esteros, bañados, malezales y vegetación de valles aluviales, el 35 por ciento son pastizales y, el resto, bosques, tanto cultivados como nativos. Los focos permanecen activos en las localidades de Concepción III, San Miguel, Curuzú Cuatiá e Ituzaingó.
Las cadenas productivas ligadas a la ganadería, explotación forestal, arroz, cereales, citricultura, yerba mate y té, entre otras, tuvieron pérdidas millonarias.
El martes pasado, cuando ya la situación se habia desmadrado, viajó a Corrientes el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, para reunirse con el gobernador, Gustavo Valdés, con quien firmó un acuerdo para enviar una remesa de dinero de modo de comenzar a asistir a los productores. El presidente de la Asociación de Sociedades Rurales de Corrientes, Pablo Sánchez, sostuvo que en este caso se necesita una financiación con una tasa extraordinaria, tan extraordinaria como el desastre que se registra en el distrito.
Valdes ya había declarado la emergencia y desastre agropecuario por seis meses, al tiempo que anunció asistencia técnica y financiera para los productores afectados. A tal fin, el Banco de Corrientes asignó una partida de 200 millones de pesos
Ante la falta de recursos, la población no duda en apelar a lo que encuentra a su alcance para combatir el fuego: viejas autobombas reparadas, tractores, cueros de oveja mojados, bidones, mochilas pulverizadoras, botellones y barriles con agua, entre otras cosas. El esforzado trabajo de buena parte de los habitantes, sumado al de los bomberos voluntarios que, con equipos precarios deben atender el desastre, merece, una vez más, ser destacado.
Mientras tanto, se intensifican los enfrentamientos entre un gobierno nacional falto de reacción, o de reflejos sumamente lentos, y el provincial. Ante los pedidos de aviones hidrantes, brigadistas y equipamiento realizados por el ministerio de Producción correntino, la respuesta formal no llegó nunca, excusándose en la falta de recursos.
Ante la falta de recursos, la población no duda en apelar a lo que encuentra a su alcance para combatir el fuego, dando apoyo al esforzado trabajo de los bomberos voluntarios que, con equipos precarios, deben atender el desastre ante la indiferencia de la dirigencia política
Autoridades nacionales a cargo del monitoreo y control de este tipo de graves incidentes se defienden señalando que Corrientes habría rechazado la ayuda, un argumento bastante poco creíble, y tardíamente ha comenzado a funcionar un comando unificado con el arribo a la provincia de apoyos que, por otro lado, resultan insuficiente.
En otra muestra de dudoso federalismo, con un presupuesto para este año que ronda los 6700 millones de pesos, el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (argentina.gob.ar/ambiente/manejo-del-fuego) estaría así retaceando ayuda a una provincia de un color político distinto al del gobierno nacional.
Resulta necesario recordar en esta nueva tragedia los siempre engañosos discursos de Cristina Kirchner, durante su segunda presidencia, en 2012, respecto de asignar 57 millones de pesos para contar con 26 aviones hidrantes, seguramente en la misma línea del famoso y fantasmal tren bala.
En el transcurso de esta dramática realidad tampoco faltaron las críticas al ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, quien se encontraba en Barbados, de gira con el presidente Alberto Fernández para tratar el tema del cambio climático en el mundo, alejándose de una manera inconcebible de la situación de nuestro propio país. Está claro que con polémica no se arreglan las urgencias, sino con esfuerzo y trabajo conjunto, pero ciertas reacciones gubernamentales no pueden ser pasadas por alto.
Al cierre de esta edición, Manejo del Fuego también reportaba incendios activos en Río Negro: en el Complejo Lago Martín, en Bariloche, y la pérdida de 300 hectáreas de selva de enorme valor ambiental quemadas en la Biósfera de Yabotí y en la reserva de Uso Múltiple Guaraní, en El Soberbio, provincia de Misiones.
Los efectos del cambio climático ya no sorprenden y demandan mayor planificación y coordinación de recursos del Estado para arbitrar con celeridad las mejores respuestas ante emergencias. Seguidamente, deberá atenderse la regeneración del tejido social, productivo y económico de los distritos afectados. Cuando el 95% de los incendios son causados por la actividad humana, la prevención y la concientización sigue siendo una de las mejores armas.