Hutíes, el terror del mar Rojo
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El mar Rojo, principal vía comercial entre China y Europa, se ha convertido en escenario de conflicto en los últimos meses con ataques de los insurgentes hutíes de Yemen a buques que navegan por la zona. Desde noviembre último se registraron más de treinta ataques. Es la respuesta de esta milicia yemení alineada con Irán que apoya a la organización terrorista Hamas en la guerra de Gaza, dirigiendo sus ataques a barcos que navegan desde el Océano Índico hacia el Canal de Suez, o viceversa, ruta en la que deben atravesar el mar Rojo. Su lógica es propia del terrorismo, por lo que no hay con quién negociar. Se trata de un nuevo tipo de guerra que impone represalias de efectos económicos y que no perseguía objetivos militares, aunque esa estrategia habría cambiado cuando, en los últimos días, los hutíes comenzaron a lanzar misiles y drones sobre territorio israelí, en el marco de la escalada bélica entre Israel e Irán.
El accionar de los hutíes está afectando la economía global, ya que casi el 15% del comercio marítimo mundial pasa por el Golfo Pérsico, especialmente el de petróleo, cereales y gas natural licuado, incluido el 30% del tráfico de contenedores. Considerada ahora como una ruta peligrosa, las 20 compañías navieras que transitan por el Canal de Suez y el mar Rojo se han visto obligadas a desviar sus trayectos a expensas de grandes costos en combustible, fletes y seguros, y de una ralentización del comercio que suma tiempos adicionales, obligados a trazar otros rumbos, todo lo cual terminaría traducido también en aumentos de precios.
Los hutíes, llamados así en honor a su fundador, Hussein al Houthi, son un grupo de milicianos pertenecientes a una minoría musulmana chiita que lleva dos décadas enfrentándose al gobierno sunita de Yemen. Ganaron protagonismo en 2014, cuando se levantaron contra el gobierno respaldado por la comunidad internacional que tomó el mando tras la caída de Ali Abdalá Saleh, derrocado tras más de 30 años en el poder durante la Primavera Árabe.
Se declaran parte del eje de resistencia liderado por Irán contra Israel, EE.UU. y Occidente, junto con Hamas en la franja de Gaza y Hezbollah en Líbano. Gran parte de su poderío se debe a su cercanía con Irán. Se han convertido en una fuerza militar significativa y en uno de los principales actores de la guerra civil yemení.
Los Estados Unidos pusieron en marcha una coalición en la que participan más de diez países –incluidos algunos de la Unión Europea como Francia o Países Bajos– para garantizar la libertad de navegación en el mar Rojo. La disuasión no funcionó y los ataques continuaron, circunstancia que motivó un contundente ataque aéreo realizado por los EE. UU. y el Reino Unido contra objetivos hutíes en Yemen.
El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó en los términos más enérgicos los ataques de los hutíes e invocó el derecho internacional y las resoluciones del organismo para solicitar su inmediato cese, al tiempo que reafirmó que el ejercicio de los derechos de navegación debe ser respetado.
Ante la temida propagación de la guerra en la franja de Gaza, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a todas las partes que no agraven la volátil situación en el mar Rojo y en la región en general. El apoyo de Irán, evidenciado en los ataques de los hutíes contra la navegación comercial, pone de relieve ese riesgo. Evitar la extensión del conflicto, con las graves consecuencias que ello acarrearía a nivel mundial, debe ser prioritario no solo para las partes involucradas, sino también para la comunidad internacional en su conjunto.