Hora de cuentas claras
Pipistrelo Peribáñez se reconoce un poco afligido: "¡Es una verdadera lástima que el Indec está metido en este asunto del censo! Dado que esta dependencia gubernamental se revela tan predispuesta a maquillar estadísticas, no debería extrañarnos que el número de habitantes del país se acomodara a la conveniencia de exhibir una opípara renta per cápita , digna del Primer Mundo. Por desgracia -se constriñe-, sabemos bien qué clase de omelettes algebraicos son capaces de cocinar los ingeniosos cocineros de don Guillermo Moreno".
A propósito, no menos de cinco consultoras privadas y otros tantos institutos universitarios acaban de coincidir en que el índice de inflación verdadero del presente año duplica la cifra que ventila, con irrisorio desparpajo, el Indec.
El miércoles 27, que será feriado nacional, unos seiscientos mil jóvenes habrán de encargarse de llevar adelante un censo poblacional, tras nueve años del anterior. Pero este relevamiento es más ambicioso: por ejemplo, pretende verificar si, como observa la Universidad Católica Argentina, alrededor del 30 por ciento de las familias argentinas sobrevive en situación degradante, con necesidades básicas insatisfechas. Y, asimismo, también promete echar luz sobre los niveles de ocupación de la muchachada nativa, habida cuenta de que, según la Unesco, el 25 por ciento de los argentinos de entre 18 y 24 años no estudia, no trabaja y quizá se dedique a la meditación y al consumo de birra.
Peribáñez, un experto en inequidades sociales que más vale esconder bajo la alfombra, mete el dedo en un forúnculo reventón: "Las conclusiones que arroje el censo deberán prescindir de tapujos y distorsiones para sobreponerse a la incredulidad de tanta gente desconfiada. Pero -se pregunta-, ¿no es mucho pedirle al Indec? ¿Admitirán los numerólogos oficialistas que la pobreza, la ignorancia, la desnutrición y la marginalidad son hermanas gemelas, empeñadas en incrementar la densidad demográfica de las villas miseria?"
Vine a cuento este dato susurrado por técnicos del bonaerense Ministerio de Desarrollo Social: sólo las villas miseria de los alrededores de la Capital Federal, que aseguran total promiscuidad a dos millones de personas, han crecido el 57,5 por ciento en cuatro años y casi duplicaron su área territorial.
Pipistrelo Peribáñez tiene serias dudas de que el Gobierno, vía Indec, se exponga a la difusión de crudas realidades, e intuye que, tarde o temprano, su notoria falta de transparencia puede costarle caro: "Si el kirchnerismo sufre nuevos chubascos electorales -pronostica-, quizá se deba, entre otros motivos, a que sus adalides persisten en la creencia de que el pueblo come afrecho".
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