Hambre de agua
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El derecho humano al agua ha sido consagrado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) y el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2011). Reviste la condición de derecho indispensable, pero lamentablemente, la escasez de agua potable afecta a más del 40% de la población mundial. En la Argentina, al menos el 11,2% de la población, esto es, más de 5 millones de personas, no tienen agua corriente, según el relevamiento hecho el año pasado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina.
Esta falta de acceso se asocia a la ausencia de infraestructura, al conflicto de intereses entre el sector público y el privado, y a la contaminación, entre otras causas.
En el 85,4% de las viviendas censadas en todo el país en 2022 los ocupantes informaron que el agua utilizada para beber y cocinar es agua corriente o de red, un incremento de apenas 1,3% en 12 años. En pleno siglo XXI, surge así del censo que aún hay casi un 15% de argentinos sin acceso al agua potable. En la página del Ministerio del Interior, antes de la finalización de la gestión anterior, se afirmaba que se trabajaba en la instalación de 55 mil kilómetros de tuberías para la provisión de agua potable y 30 mil kilómetros para cloacas, anuncios de difícil verificación. Tras su reestatización, en 2006, la empresa AySA ha sido fuertemente cuestionada por turbios manejos de su última conducción.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), con datos de la Encuesta Permanente de Hogares publicó un informe sobre condiciones de vida en 31 conglomerados urbanos a julio de 2023, un universo de 29 millones de personas y más de 10 mil hogares. Se midieron el acceso a servicios públicos (agua corriente, gas de red y desagües cloacales), características habitacionales y materiales, hacinamiento y saneamiento. Si bien del relevamiento surge que en el 81% de los hogares los materiales de las viviendas son de calidad suficiente, se verificó que más de 3 millones de habitantes del conurbano no tienen acceso a la red de agua corriente mientras que 8 millones y medio carecen de conexión a redes cloacales. Alrededor de 1.200.000 hogares registran falencias en el saneamiento; es decir que no poseen baño o lo comparten con otros o está fuera del terreno, con desagües que no están conectados a la red pública o carecen de descarga de agua, una dura realidad de la que nos ocupáramos no hace mucho desde este espacio con motivo del Día del Inodoro.
Otro estudio reciente del ODSA reportaba que el 61% de los niños y adolescentes argentinos se encuentra bajo la línea de pobreza y que el 40% no tiene acceso al agua de red en sus hogares. ¿Podemos imaginar lo que esto significa? No debemos olvidar que, siempre, detrás de los números hay personas.
Desde el movimiento La Ciudad Somos Todos, por su parte, se denunció al gobierno porteño por el incumplimiento de un fallo de 2020. Destacan que en el distrito más rico del país, el 15% de sus habitantes no accede formalmente al agua potable. Acusan al gobierno de incumplir la entrega de agua a granel, una solución transitoria que no resuelve tampoco el problema de fondo.
Los seres humanos somos agua en un 70%. También la superficie del planeta está cubierta en más del 70% por agua, pero solo un ínfimo porcentaje es dulce. Todos tenemos derecho a acceder a este escasísimo recurso vital y estamos obligados a cuidarlo y distribuirlo responsablemente. La vida de todos depende de ello y el vaso está, definitivamente, medio vacío.