Hacia una adopción más ágil
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Más de una vez, desde estas columnas, hemos criticado los muy largos tiempos que insume la admirable decisión de adoptar un niño. Tan largos que desaniman a muchas personas que jamás emprenderán la búsqueda.
Las quejas son casi unánimes, pero las soluciones no han aparecido. El promocionado Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga), sumamente ideologizado, no ha aportado nada en favor de reducir tiempos, sino lo contrario.
Por eso resulta muy destacable la creación de una Oficina de Seguimiento de Medidas Excepcionales (OSME) en la provincia del Neuquén, a cargo de María Victoria Chrestía, cuyo objetivo es precisamente el de reducir los plazos de institucionalización de los niños en condiciones para ser adoptados. Su función no se asocia con la conducción del expediente, sino que apunta a los plazos, sobre todo a los tiempos durante los cuales los niños permanecen con las familias de guarda o en los institutos. No hace mucho comentábamos desde este espacio el caso de una niña que llevaba tres años en un hogar y que clamaba por una familia.
Es misión de la referida dependencia observar y brindar seguimiento y control a los procesos, atentos a una serie de alertas que les permiten intervenir cuando los plazos no se cumplen o se prolongan indebidamente.
En la mencionada provincia, las adopciones están en el ámbito del Poder Judicial, que consta de 5 juzgados –próximamente serán 6– con los cuales la oficina mantiene plena coordinación. Es, pues, el juez quien ordena la institucionalización e informa a la oficina para el control. Cuando se produce una “alerta”, la oficina informa al Superior Tribunal de Justicia.
La tarea comenzó hace tres años con una etapa de relevamiento de la situación, primero en la capital, y luego en el vasto interior, donde las distancias conspiran contra los objetivos de comunicación y revinculación. Le siguieron luego la etapa de coordinación y, finalmente, la de unificación de procesos.
Del relevamiento surgió inicialmente, por ejemplo, que 4 juzgados de familia tenían a cargo 19 programas solidarios y 89 hogares. Luego se diseñaron líneas de tiempo clasificando y mensurando las situaciones, para su mejor supervisión.
Así, aplicando una eficaz recopilación de datos, medidas de seguimiento, informes y alertas, lograron reducir los plazos en forma notable. Se trata de una oficina pionera en este vital objetivo que redunda en un fomento de la adopción.
Los resultados obtenidos son muy importantes y hablan del valor de una iniciativa que buscó atacar el problema en su raíz, sin declamaciones, evitando burocracias inútiles y confirmando que no hay realidades inmodificables cuando se trabaja bien. Debe felicitarse a la eficiente dependencia del Poder Judicial neuquino, que encontró una forma de beneficiar a la minoridad y a las familias. Ojalá la experiencia sea imitada en otros lugares del país.