“Goticas milagrosas”
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En enero pasado, el dictador Nicolás Maduro presentaba unas polémicas gotas, conocidas como Carvativir, que, según afirmó, neutralizarían el 100% el coronavirus. Aseguraba entonces también que las “goticas milagrosas” habían atravesado exitosamente estudios de nueve meses que demostraron que podían recuperar a enfermos muy graves. “Diez gotitas debajo de la lengua, cada cuatro horas, y el milagro se hace; es un poderoso antiviral, que neutraliza el coronavirus”, afirmaba.
Tan disparatado sonó el anuncio que Facebook bloqueó la página del presidente venezolano por violar sus políticas, al difundir información errónea contra el Covid-19.
Semanas atrás, el gobierno de Venezuela y la oposición llegaron a un acuerdo político que contemplaba la compra de vacunas del laboratorio AstraZeneca a través de la plataforma Covax, que promueve la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, y según manifestó la vicepresidenta Delcy Rodríguez, Venezuela no autorizará el ingreso de esas vacunas “por los efectos secundarios que tienen sobre los pacientes”.
El rechazo oficial al uso de la referida vacuna interrumpió el proceso de vacunación, justo cuando –según reconoce el propio gobierno– el país caribeño se encuentra en la peor etapa de la pandemia, con los centros de salud desbordados y los planes de inmunización, retrasados. Los reportes oficiales muestran un aumento de casos, pero por debajo de la percepción en la calle, donde crecen las peticiones desesperadas de equipos para respirar y de camas.
El régimen de Maduro oculta el número de infectados y el de fallecidos, y el proceso de inoculación apenas existe ofreciendo en cambio a los incautos las “goticas milagrosas” que no usan ni siquiera los funcionarios del gobierno.
Hace pocos días el presidente de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, Enrique López Loyo, expresó que el Carvativir podría recomendarse únicamente como enjuague bucal, pero en ningún caso para prevenir el contagio del virus. También la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se pronunció en contra del Carvativir.
Una vez más, el criticable abordaje de la delicada cuestión epidemiológica por el régimen chavista condena a los venezolanos a una emergencia que se agrava.