Genocidios coloniales
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El gobierno de Alemania anunció recientemente que pagará a Namibia una compensación por el genocidio de las etnias herero y nama, ocurrido entre 1904 y 1908.
Se estima que unas 80.000 personas fueron víctimas de la violencia germana desplegada en aquel país africano cuando Alemania era una potencia colonial.
El referido anuncio supone el formal reconocimiento de sistemáticas atrocidades que conforman un genocidio, por las que ese país europeo, cabe recordar, había ya pedido disculpas en 2004.
Semanas atrás, el gobierno germano afirmó que se inclinaba “ante los descendientes de las víctimas”, tras admitir que las matanzas deben ser reconocidas como tales, al tiempo que prometió el envío de dinero a las autoridades para proyectos de desarrollo.
Ese avance en la actitud del gobierno alemán se dio a conocer mediante un documento que fue publicado por el diario The Namibian, reproducido por Europa Press. En él se destaca, además, que las referidas disculpas de parte del gobierno de Alemania “allanan el camino para una comprensión mutua y duradera y la consolidación de la relación especial entre ambas naciones”.
Con dos terribles genocidios en el transcurso del siglo XX, el de Namibia y el perpetrado desde antes y durante la Segunda Guerra Mundial contra el pueblo judío en pleno territorio europeo, Alemania se ubica en un lugar particularmente incómodo.
Si se tiene en cuenta que, paralelamente, Francia reconoció también su propia participación (por acción u omisión) en el genocidio de la etnia tutsi, cometido por la etnia hutu no sin algo de apoyo galo, parece evidente que para algunas de las antiguas potencias coloniales llega, aunque sea muy lentamente, el momento de revisar y reconocer los crímenes cometidos en aquellos lejanos tiempos históricos.
En consecuencia, es también destacable el hecho de que, como en el caso de Alemania, se decida asumir la responsabilidad de compensar a los herederos de las víctimas del modo en que se acuerde en cada caso.