Francia, un Congreso fracturado
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En un giro en la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias francesas que parecía imposible, la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular quedó inesperadamente como el movimiento con más diputados, 182, aunque lejos de los 289 escaños necesarios para una mayoría en la Asamblea Nacional, donde se disputaban 577.
El bloque centrista del presidente Emmanuel Macron, formado por tres partidos, se posicionó segundo, con 168 escaños, un retroceso respecto de los diputados que consiguió en las elecciones legislativas pasadas, pero una caída menos pronunciada de lo que se esperaba tras la primera vuelta.
En tanto, el favorito en los sondeos, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen quedó relegado como tercera fuerza, con 143 escaños.
Los resultados dejan una Asamblea Nacional dividida en tres grandes grupos con plataformas y programas muy diferentes y sin ninguna tradición de trabajo conjunto.
Con estos guarismos, Macron logró uno de sus cometidos: bloquear el avance de sus archirrivales de la derecha nacionalista, pero a un costosísimo sacrificio de gobernabilidad. Francia se prepara así para un ejercicio de ingeniería política muy complejo. Se pondrá en marcha un juego de estrategias, pactos y coaliciones poselectorales como nunca antes. Si bien los franceses no están aún dispuestos al regreso de la ultraderecha, es importante destacar el crecimiento que ha tenido el partido de Le Pen, que, en las elecciones de 2022, había obtenido 89 diputados.
La decisión de Macron de convocar a elecciones anticipadas le ha costado el control del Parlamento y no está claro quién podrá liderar el próximo gobierno. La distancia respecto de las elecciones legislativas, que se realizarán dentro de un año, contribuye a acrecentar el incierto panorama.