Francia, tiempos de incertidumbre
- 3 minutos de lectura'
Francia enfrenta una crisis política inédita en su historia reciente: los legisladores de la oposición de ambos extremos del espectro político unieron fuerzas para votar el fin del mandato de Michel Barnier como primer ministro cuando habían transcurrido solo tres meses de haber asumido en el cargo.
El presidente francés, Emmanuel Macron nombró ayer como sucesor de Barnier al veterano dirigente político François Bayrou, de 73 años, con el reto de aglutinar una mayoría parlamentaria que impida su caída y agravar aún más la crisis política.
El desplazado funcionario había sellado su destino fuera de gobierno tras decidir la aprobación de un controvertido presupuesto de seguridad social sin someterlo a votación parlamentaria, lo que provocó que tanto la alianza de izquierda Nuevo Frente Popular como la ultraderechista Agrupación Nacional presentaran mociones de censura, provocando la primera caída de este tipo desde 1962.
Haber nombrado a Barnier contando exclusivamente con la aquiescencia de Marine Le Pen, en lugar de esforzarse por buscar un primer ministro que contara con el apoyo de la izquierda y de los partidos del entorno del presidente, las fuerzas con más escaños en la Asamblea Nacional, era una maniobra muy arriesgada. Peor aún, era una decisión que daba la espalda a lo que habían decidido los franceses en las elecciones del pasado julio.
Francia, la segunda economía de la eurozona, está sumida en una tormenta perfecta: una inflación persistente que erosiona el poder adquisitivo de los ciudadanos, un sistema fiscal paralizado por la ausencia de presupuestos y un clima social cada vez más tenso, con protestas y reivindicaciones de agricultores, jubilados y asalariados.
Tanto la izquierda como la ultraderecha se oponen vehementemente a la mayoría de los aumentos de impuestos y medidas de austeridad. El presupuesto de Barnier, que desencadenó su caída, incluía 60.000 millones de euros en aumentos de impuestos y recortes de gastos destinados a reducir el déficit presupuestario del país a 5% el próximo año, según los cálculos del gobierno.
Los problemas de Francia llegan en el peor momento para la Unión Europea (UE), poco antes de que Donald Trump asuma la presidencia en Estados Unidos el mes próximo.
La crisis actual pone a prueba la solidez del sistema político francés y su capacidad para generar consensos con un panorama cada vez más polarizado. Los extremos han logrado imponerse: la derecha y la izquierda radicales no solo han dañado severamente un gobierno, sino que han desplazado el debate político hacia sus propios términos.
La capacidad de sus líderes para anteponer el interés nacional a las luchas partidistas determinará si el país logra superar esta crisis institucional o si, por el contrario, se adentra en un periodo de inestabilidad que podría allanar el camino a opciones populistas.