Francia y el terrorismo religioso
Un profesor francés de 47 años, Samuel Paty, murió decapitado por un inmigrante checheno de apenas 18 a la salida del colegio, en el suburbio parisino en el que trabajaba. La prensa local caracterizó lo sucedido como producto de lo que denominan "la locura islámica", esto es, un fanatismo cargado de contenido religioso. Profesor de Historia y Geografía, muy cercano a sus alumnos, en el marco de una clase sobre libertad de expresión mostró algunas caricaturas satíricas del profeta del Islam publicadas por el semanario Charlie Hebdo.
Para evitar situaciones incómodas, el profesor asesinado –cabe señalar– había pedido expresamente a sus alumnos musulmanes que, si querían, dejaran el aula antes de mostrar las fotos que podían ser tomadas como ofensivas. Como consecuencia de ello, pereció asesinado a manos del fanático, armado con un cuchillo de cocina, a quien la policía mató cuando procuraba detenerlo.
Más de dos decenas de episodios similares acaecieron desde 2017 en tierra gala; los ataques jihadistas desde 2015 ya han dejado 250 muertos. Una vez más, la intolerancia alimentó la pasión religiosa desbordada de quien atentó contra el profesor Paty luego de que, aparentemente, dos de sus alumnos identificaron a la víctima para el asesino a la salida del establecimiento. El ataque fue ciertamente muestra de una barbarie radicalizada.
Condecorado post mortem con la Legión de Honor, Paty se convirtió en la cara de la república, en palabras de Emmanuel Macron. Mensajes de solidaridad y unión para proteger y defender a los profesores se multiplicaron.
Francia estudia ahora un paquete de medidas destinadas a evitar que, en el futuro, el odio extremista vuelva a cobrarse vidas. El tema tiene ciertamente que ver con la seguridad personal de los franceses y también con el oscurantismo apasionado que con indeseada frecuencia nubla los cerebros de quienes deciden, presuntamente en nombre de su divinidad, castigar prédicas de libertad y defensa de la tolerancia como si fueran delitos.
El gobierno francés, que define a su país como laico, ha recibido instrucciones precisas del presidente Macron de reaccionar rápido y decisivamente en procura de evitar la reiteración de crímenes aberrantes alimentados por motivaciones religiosas.