Fentanilo, otra droga maldita
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Los Estados Unidos atraviesan un grave problema de salud pública. Transitan lo que los investigadores han llamado la cuarta ola de la crisis de los opioides, caracterizada por muertes por sobredosis causadas por la combinación de estimulantes y el poderoso opioide sintético conocido como fentanilo.
Este opioide sintético es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina, y ha sido aprobado para usos médicos por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, por lo que no se trata de satanizar su insustituible presencia legal en cuestiones de salud, sino de alertar sobre una producción ilícita que tiene una vertiente diferente de la sanitaria.
Esta letal droga se puede administrar de distintas formas: inyectable, como parche sobre la piel o en pastillas que se disuelven en la boca. Entre sus efectos se encuentran la depresión de los centros respiratorios, produce sedación, cansancio, pérdida de conocimiento, doble visión, visión borrosa, disminución de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, rigidez muscular, coma e incluso la muerte accidental.
Desde 2019 las muertes por sobredosis de fentanilo en Estados Unidos han crecido casi en un 100 %, de acuerdo con los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, en una especie de pandemia que arrasa diariamente con la vida de cerca de 200 personas. El Centro Nacional de Estadísticas de Salud de ese país reportó 70.601 muertes en 2021 debidas a sobredosis por consumo de opioides sintéticos como fentanilo, superando por primera vez y en más del 20% a las causadas por cocaína. En 2022, los muertos por sobredosis de esta letal sustancia se incrementaron a 109.000.
El informe mundial de 2023 de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) señala que esta droga está cambiando el mercado en todo el mundo. De producción extremadamente barata, no requiere mayores insumos vegetales de base, se distribuye en pequeñas pastillas, difíciles de detectar, y en determinados sectores su consumo genera menos rechazo que la cocaína o la marihuana, lo cual continuaría disparando su consumo en un 45 % a lo largo de los próximos diez años.
En nuestro país el uso legal del fentanilo está controlado por la Administración Nacional de Medicamentos Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), que autoriza su venta solo a laboratorios contra receta médica. Asimismo, el Registro Nacional de Precursores Químicos (Renpre) se encarga de fiscalizar la importación y el manejo de los químicos utilizados para la elaboración del fentanilo.
Para extremar aún más los controles, la Aduana creó recientemente un registro a partir del cual quienes quieran operar en el comercio internacional con esta droga, deberán presentar primero una Declaración Anticipada Jurada de Importación o Exportación específica para este producto y sus derivados. La documentación debe presentarse ante la Sección Precursores Químicos y Drogas Emergentes, dependiente del Departamento Narcotráfico de la Dirección de Investigaciones y Procedimientos, en el ámbito de la Subdirección General de Control Aduanero. Los envíos al exterior solo pueden concretarse vía aérea a través del Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Sin embargo, esto no impide que el fentanilo ingrese al país de forma ilegal o clandestina, aprovechando las redes de narcotráfico ya existentes así como los laboratorios encubiertos. Tal el caso, por ejemplo, del decomiso por parte de la Gendarmería Nacional de 500 ampollas del opioide sintético dentro de encomiendas en un procedimiento en la Ruta Nacional N° 12, realizado durante julio último.
Por sus efectos letales, las drogas sintéticas plantean un reto formidable para las autoridades pues amenazan destruir a la sociedad en su conjunto. La prevención en todos los escenarios posibles resulta cada vez más imprescindible. Las familias y los colegios deben actuar primordialmente para evitar que los jóvenes se conviertan en adictos, en especial de este tipo de sustancias. Las autoridades deben extremar alertas y destinar los recursos necesarios para impedir el ingreso, la producción, distribución y comercialización del fentanilo a fin de evitar que su consumo siga dramáticamente cobrándose vidas.