Fascismo educativo
El autoritarismo y la inexistencia de autocrítica por parte del gremialismo docente se evidenciaron en las descalificaciones hacia la ministra Acuña
Así como no hay evidencia científica sobre una correlación entre la tasa de transmisión del coronavirus y el hecho de que las escuelas estén abiertas o cerradas, instituciones como la Organización Panamericana de la Salud, Unicef y muchas otras proveen abundante documentación acerca del negativo impacto del receso escolar presencial, que caracterizó a la Argentina por más de ocho meses, en la salud física y mental, la nutrición, la seguridad y el aprendizaje de niños y adolescentes.
Diversos proyectos de la cartera educativa porteña buscaron reiteradamente la aprobación del gobierno nacional y, una vez más, la política conspiró contra el sano interés de la sociedad. Los argentinos debimos esperar hasta principios de octubre para que las autoridades nacionales y los 24 ministros de Educación provinciales acordaran un retorno a las aulas gradual y escalonado, tanto en la enseñanza privada como estatal, urbana y rural, basado en un semáforo epidemiológico y priorizando a los estudiantes que terminan la primaria y la secundaria y a aquellos que han tenido bajo o nulo contacto con la escuela. Mientras tanto, los casinos reabrieron casi sin aviso.
El cierre anticipado y las demoras para la reapertura ciertamente tuvieron que ver no solo con la inseguridad que planteaba una pandemia desconocida, sino por sobre todo con una primacía del discurso epidemiológico, asociado peligrosamente con una voluntad política y apalancado por la resistencia gremial docente, siempre dispuesta a dejar a los alumnos en caída libre, más allá del enorme y valiosísimo esfuerzo de tantos docentes de todo el país que trataron de sostener los vínculos con sus alumnos en medio de las dificultades de la pandemia. Sin embargo, la razón principal vuelve a ligarse con la falta de conciencia respecto de que la educación es una actividad esencial, en otra muestra de la subvaloración de esta herramienta insustituible para el desarrollo de cualquier país.
Algunos dirigentes abusan de su rol docente y eligen adoctrinar antes que enseñar a pensar""
Sin esa mirada superadora, la infancia y la adolescencia vuelven a quedar reducidas a un botín en disputa. Entre los docentes, se ha comprobado que la libertad sindical para elegir una afiliación es muchas veces solo una fachada y que son muchos los que no se sienten representados por las actuales conducciones. Baste también recordar las denuncias que agitaron las aguas desde 2016, cuando se supo de planillas con firmas adulteradas, frente a lo cual el gobierno de entonces facilitó que los docentes pudieran controlar si estaban afiliados a más de un sindicato, una pelea que se los disputa largamente. Claramente los gremios docentes no son independientes, sino que son expresión de una política partidaria que, lejos de responder a los maestros, hoy constituye un brazo del partido político gobernante. En otra peligrosa confusión, pretenden también arrogarse el derecho a bajar lineamientos educativos que nada tienen que ver con su función. Con unos 70.000 afiliados, de los 300.000 docentes bonaerenses, y liderado por el desmesurado Roberto Baradel, el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación Bonaerense (Suteba) es, junto con la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB), uno de los sindicatos mayoritarios en la provincia, parte del Frente de Unidad Docente (FUD) bonaerense. Por su parte, los 17 gremios de la ciudad representan a menos del 40% de los docentes porteños.
En momentos delicados, en un año que ahondó la inequidad educativa y expulsó a muchos alumnos que difícilmente volverán, cuando el retorno a las aulas y el diseño del calendario del próximo año debieran concentrar la máxima atención, el último capítulo de este enfrentamiento se dio a raíz de las declaraciones de Soledad Acuña, ministra de Educación porteña, quien denunció maniobras de escandaloso adoctrinamiento ideológico en las aulas. "Algunos dirigentes abusan de su rol docente y eligen adoctrinar antes que enseñar a pensar", expresó en una carta posterior a los docentes. Su propósito fue revelar apenas algunos datos concretos sobre la formación docente, surgidos de la evaluación diagnóstica oficial Enseñar, para apostar a su transformación, entre ellos que son "cada vez más grandes de edad" y que "eligen la carrera docente como tercera o cuarta opción luego de haber fracasado en otras carreras".
Sindicatos, organismos de derechos humanos, funcionarios y legisladores alzaron la voz en su contra. Además de denunciarla ante el Inadi, desde la Confederación de los Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera) se difundió una carta abierta en la que se tildó de repudiables los dichos de la ministra, pretendiendo alzarse como los únicos dueños de la verdad y recurriendo, una vez más, a un análisis politizado en el que primaron expresiones como la derecha conservadora, el neoliberalismo, la oligarquía y la lógica privatizadora, reafirmando que "la educación es un hecho político y que por ello tiene su ideología", entre otras lamentables afirmaciones que solo confirmaron las graves acusaciones de la ministra Acuña.
Nicolás Trotta , ministro de Educación de la Nación, calificó de injustas e incoherentes las declaraciones de su par porteña; muchos entrevieron un desprecio en los dichos de Acuña que en ningún momento enarboló cuando analizó, descriptivamente desde su mirada personal y sin tapujos, muchas aristas de la realidad docente que pocos se atreven a comentar. Las reacciones recogidas, los pedidos de renuncia, las movilizaciones y las absurdas acusaciones respecto de un pasado escolar en una institución que se tildó de nazi confirman la marcada incapacidad sindical para debatir cuestiones trascendentes que hacen al futuro de la educación. Es mucho más sencillo pedir la renuncia de quien tenga una posición distinta a la propia que estar dispuesto a buscar los puntos de consenso y a debatir los de disenso para optar por los mejores caminos en unión y respeto. Lo cual supone evaluar a los docentes, premiar el presentismo o alentar la formación con el pago de sumas adicionales que ya en el pasado los propios gremios rechazaron, según recuerda el exministro Alejandro Finocchiaro. Qué podría esperarse si el propio presidente Alberto Fernández critica el valor del mérito como motor del desarrollo personal.
Es medular promover la pluralidad del debate y del intercambio en las aulas en lugar de habilitar la desautorización del otro y la ofensa por pensar diferente. La escuela debe enseñar a pensar, pero nunca podrá aceptarse que adoctrine respecto de qué pensar. En todo caso la formación incluye primordialmente el desarrollo de una mirada crítica, reflexiva, ética, sin parches de un solo ojo, cuya construcción solo será posible si es desprovista de cualquier tamiz, toda vez que desde antaño comprobamos que la indeseable práctica del adoctrinamiento ha sido habitual en casi todos los gobiernos peronistas.
Entre los más recientes, abonando las afirmaciones de la ministra y escudándose en la llamada libertad de cátedra, días atrás se viralizó la imagen de un parcial del ciclo básico de la UBA con una sesgada pregunta de multiple choice que planteaba que "en el gobierno de Mauricio Macri hubo un retraso científico y tecnológico porque…". También podemos citar el polémico y repudiado audiocuento "Gorila Gorilón" para niños de jardín publicado por un portal educativo de Entre Ríos en el que se cuestionan el individualismo y la meritocracia por considerarlos pilares de la desigualdad social, y los 18 millones de cuadernillos "didácticos" con fuerte contenido partidario pagados y distribuidos con recursos del Estado. Reduccionismo histórico, preguntas capciosas, sesgo ideológico, exaltación de la figura presidencial y de algunos ministros, y cuestionamientos a políticas de provincias no kirchneristas integraron la publicación, avalada por la entonces secretaria de Educación Adriana Puiggrós.
El profundo debate sobre la cuestión educativa está más candente que nunca. Si nos vence la indiferencia y no nos convoca un férreo compromiso por debatir sin mezquindades, nuestro país no tendrá futuro. Bajo el manto de la pandemia el gobierno esconde burdamente sus distractivas intenciones. Desde estas columnas seguiremos alzando la voz junto a la de quienes denuncian abominables prácticas de adoctrinamiento escolar, indicador del peor populismo, para terminar con oscuras prácticas antidemocráticas. De cada uno de nosotros dependerá que la educación pública vuelva a ser un modelo admirado fronteras afuera, que asegure la igualdad de oportunidades, la libertad de pensamiento y la formación para el desarrollo que los padres de la patria soñaron para nosotros.