Familias del futuro
Acaba de ser noticia en todos los diarios: un tal Epifanio Calandraca y una tal Ludmila Peribáñez, quienes integran una pareja heterosexual y mantienen relación íntima desde hace once años, ahora pretenden que tan extraño vínculo sea admitido legalmente. Pero, caramba, ¿alguien puede suponer que un juez hará lugar a demanda tan insólita? ¿Algún magistrado se atrevería a dirimir en beneficio de ellos? Controversias de todo orden se tejen en torno de este caso, habida cuenta de que marcha a contramano de una tendencia más que notoria en los tiempos que corren. Como nadie ignora, las parejas constituidas a la antigua usanza, que reunían a varón y mujer (los cuales solían formalizar matrimonio), han cedido espacio a parejas que ya no establecen requisito de género. Y la cuestión otorgó vía libre a una macarrónica jurisprudencia.
Los jueces analizan con prudencia y sigilo el caso de Ludmila y Epifanio, no sólo porque los infrascritos aducen que pernoctan bajo el mismo techo, sino porque, además, ¡tienen descendencia! Cabe suponer que de común acuerdo han concebido cuatro hijos, los cuales se están criando muy saludablemente.
Es indudable que las relaciones humanas han evolucionado con apremio y premura desde las primeras décadas del siglo XXI, sobre todo en cuestiones referidas al hogar. Cabe agradecer a la nueva especie de contrayentes que haya solucionado un dilema globalizado, el de la grave polución demográfica. Fueron ellos quienes pusieron coto, por mero designio biológico, a la tracalada de nacimientos que producían -tan a la ligera- las parejas de antes.
Por otra parte, el concepto de familia -célula básica del entramado social- ha ganado en pragmatismo respecto del que antes regía. La familia se constituye hoy sobre bases igualitarias y mucho más sólidas que las de antaño, que por tradición instituían la antipática figura de un jefe. "Sin duda, la vida de hogar es hoy mucho más democrática que en épocas de nuestros bisabuelos, cuando la condición femenina era decididamente subalterna", se regocijan a dúo los tórtolos Ladislao Rapañeta y Segismundo Troncalvez, tras oficializar su vínculo de contrayentes en el registro civil del barrio de la Mondiola.
En fin, parece atendible que Epifanio y Ludmila representen un serio dolor de cabeza para quienes deben dictaminar, en estrados judiciales, si la unión entre ambos -empíricamente heterosexual- debe considerarse ajustada a derecho. Días atrás, una asistente social visitó la casa de la pareja y su informe es bastante perturbador: según ese documento, el hombre, la mujer y los chicos se llevan a las mil maravillas, como si obedecieran a una ley natural. © LA NACION