Estados Unidos abandona Afganistán
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Casi veinte años después de cometidos los horribles atentados terroristas contra las Torres Gemelas en Nueva York, el presidente Joe Biden ha decidido retirar progresivamente las fuerzas militares de su país estacionadas en Afganistán.
El costo de tratar de apagar ese inhumano incendio terrorista ha sido, cabe apuntar, muy alto. A lo largo de los años, los militares norteamericanos acumularon en ese esfuerzo unas 2300 bajas.
Pero Bin Laden está muerto y Al Qaeda, el movimiento de fanáticos que alguna vez liderara y que operara sustancialmente desde Afganistán, no es ya, ciertamente, todo lo peligroso que alguna vez fuera, en términos de despliegue de violencia, al menos.
Biden es, en rigor, el cuarto presidente norteamericano que, a lo largo del tiempo, ha debido enfrentar a esa peligrosa agrupación terrorista. Aunque las guerras pueden ser largas, no son necesariamente para siempre.
Desde hoy, no habría ya más tropas norteamericanas ni de la OTAN en Afganistán. Pese a lo cual, el Talibán, como fanática fuerza política local, no habrá desaparecido de aquel país. Para el actual presidente de ese país, Ashraf Ghani, ese movimiento fundamentalista continuará siendo un serio problema cotidiano, que inevitablemente deberá enfrentar.