Escuelas que, en lugar de enseñar, adoctrinan
Como sociedad, como adultos responsables de la formación de nuevas generaciones, debemos exigir que desarticulen estos semilleros de militancia
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La reelegida intendenta de Quilmes, la camporista Mayra Mendoza, sigue dando tan prolíficos como pésimos ejemplos de lo que, entre otras muchas cosas, nunca debería hacer un dirigente político: adoctrinar a alumnos de escuelas cualquiera fuere su nivel.
No es la primera vez que Mendoza acude a una dependencia estudiantil de su distrito –en obvia sintonía con las autoridades educativas–, para solazarse con lo que pretende ser mostrado como un hecho espontáneo por parte de los chicos. En esta oportunidad, concurrió a una escuela quilmeña, donde fue presentada casi como una estrella de rock por la docente a cargo, que arengaba a los pequeños alumnos a corear el nombre de la intendenta, quien ingresó al aula con los brazos en alto.
“Yo te voté”, le dijo una pequeña niña que sabía de memoria un virtual “himno” de campaña político-partidaria, que concluye con la frase “te queremos Mayra y que gane Massa”, a lo que la jefa municipal le respondió: “Ojalá”, luego de haber preguntado quién quería ser intendente o intendenta cuando fuera grande.
En septiembre de 2022, docentes de varias escuelas de San Francisco Solano, denunciaron otro tan reiterado como inaceptable adoctrinamiento de alumnos de escuelas secundarias del distrito, a quienes se les pretendía inculcar que el intento de ataque contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, ocurrido pocos días antes en la puerta de su domicilio de Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires, “fue gestionado por los medios de comunicación, la Justicia y la oposición”. Las docentes relataron que habían sido advertidas de las duras consecuencias que sufrirían en caso de negarse a impartir esa infamia entre los estudiantes. Según dijeron, oponerse a incorporar esa grosera desvirtuación de la realidad como eje curricular era pasible de recibir diversos tipos de castigos. “Son semilleros camporistas. Están haciéndoles a los chicos un lavado de cabeza. Las propias directoras promueven sentadas de los alumnos en nuestra contra y que falten a nuestras clases”, declaró una de ellas.
La pulsión del camporismo por instruir a alumnos en su prédica partidaria no se ha detenido nunca. La propia Mendoza ya había protagonizado un año antes otro hecho similar. Difundió por redes sociales un video suyo mostrando una serie de dibujos de niños de jardín de infantes que le llegaron, según dijo, como forma de agradecimiento por haberles recuperado el edificio escolar. Fue tan burdo aquel adoctrinamiento que el texto, pretendidamente escrito por alumnos de menos de cinco años, decía “Muchas gracias gestión Mayra Mendoza”.
En 2023, entre otros muchos ejemplos, fue el turno del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, cuyo gobierno ideó una propuesta para conmemorar los 40 años de retorno a la democracia con un cronograma oficial cuyos temas eran, entre otros, “el triunfo de Raúl Alfonsín, el juicio a las Juntas, la hiperinflación, el menemismo, el fracaso del 1 a 1, la presidencia de Néstor Kirchner, la reducción de niveles de pobreza –que ahora debería explicar por qué volvieron a subir de manera estrepitosa con el kirchnerimo nuevamente en el poder–, el desendeudamiento durante las presidencias de Cristina Kirchner, los fondos buitres, la ley de medios, la vuelta del FMI durante el gobierno de Mauricio Macri y el tratamiento de la pandemia en el de Alberto Fernández”. La elección de los ítems como las formas de enunciarlos lo dicen todo. El recuerdo de las cuatro décadas del retorno a la democracia nada tenía que ver con esa bajada de línea sesgada y por demás autoritaria.
Sería abrumador enumerar todos los ejemplos de adoctrinamiento en escuelas por parte del kirchnerismo. Elegimos uno más por lo brutalmente tosco que resultó. Durante la pandemia, se imprimieron 18 millones de cuadernillos para alumnos estatales en los que se les indicaba leer a los de segundo y tercer grados una nota del diario Página 12, en la que se destacaba un proyecto de ley de una entonces legisladora camporista por el que se exigía a empresas de transporte otorgar a los empleados determinados dispositivos. A los de cuarto y quinto se les ordenaba leer un decreto presidencial referido al sector privado y el goce de haberes, mientras que a los de sexto y séptimo se les pedía interiorizarse sobre un recorte periodístico del diario La Unión, de Lomas de Zamora, donde se enumeraban obras públicas dispuestas por el gobierno nacional con declaraciones del ministro del área, Gabriel Katopodis.
Podría decirse que el kirchnerismo ha abrevado con ganas en las aguas turbias del peronismo de los años 40 y 50, cuando en las escuelas se repartían materiales con frases como “Perón nos ama” o se obligaba leer La razón de mi vida, una autobiografía de la segunda esposa del entonces jefe del Estado.
Resulta nefasto que se siga insistiendo en este tipo de “instrucciones” a los alumnos, a los que, contrariamente, habría que enseñarles a tener la libertad de pensar críticamente, de elegir y de discernir, y la necesidad de respetar las ideas de todos por igual.
No alcanza con la tan valiente como aislada denuncia de un par de docentes. Todos quienes aspiramos a contar con un Estado respetuoso de las leyes y de sus ciudadanos deberíamos exigir que quienes ejercen temporariamente el poder desistan de una buena vez de continuar con estas prácticas improcedentes por totalitarias. Deberíamos exigir también a las autoridades educativas que asuman la responsabilidad que les cabe y que dejen de consentir este despropósito o de mirar para otro lado.
Como sociedad, como padres de alumnos, como sus guías y como adultos responsables de la formación de las nuevas generaciones, no podemos seguir permitiendo que, como bien dijo una de las docentes de San Francisco Solano, las escuelas se conviertan en la creación de semilleros de militancia.