¿Es el VAR la muerte del fútbol?
- 3 minutos de lectura'
Con el fin de terminar con años de injusticias, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) decidió poner la tecnología al servicio del fútbol. El VAR –sigla de Video Assistant Referee– es un sistema de cámaras que graba imágenes para permitir reproducirlas en caso de presentarse jugadas dudosas en un partido. Un grupo de jueces analiza los videos en vivo y en directo, y entrega su veredicto no vinculante al árbitro central del partido.
Su origen se remonta a marzo de 2016 y se utilizó por primera vez el 16 de junio de 2018 durante el partido entre Francia y Australia, correspondiente al Mundial de fútbol efectuado en Rusia. En nuestro país se estrenó oficialmente el 31 de marzo de este año.
Se trata de una herramienta útil en la teoría, aunque en la práctica ha sumado polémicas y resistencia en muchos actores del fútbol mundial. Así como el director nacional de Arbitraje de la Asociación del Fútbol Argentino, Federico Beligoy, sostuvo que el VAR llega para traer justicia deportiva, un reconocido exfutbolista, Jorge Valdano, opinó que “la tecnología es invasiva” y que con este sistema “se ha convertido en milimétrico un juego métrico y se ha aplazado el grito sagrado del gol”.
El fútbol, a diferencia de otros deportes, siempre convivió con el error arbitral. En muchos casos, es parte del juego por el simple motivo de que hay decisiones subjetivas, y que son meramente de interpretación. El VAR puede ser útil para determinar el offside y para chequear si la pelota entró o no en el arco, pero jamás podrá eliminar eventuales injusticias en las jugadas que requieren una interpretación.
Entre los cuestionamientos más escuchados, se ha señalado que la excesiva utilización de la tecnología está distorsionando el deporte más popular del mundo y le está quitando la emoción que solía tener. En especial, cuando hasta pone en duda si habría que festejar los goles, por temor a que terminen siendo anulados posteriormente. No se trata de que lo que disponga el VAR vaya a ser más o menos justo. Se trata de que “el momento sagrado del gol no puede ser profanado”. El fútbol no admite que para gritar un gol haya que esperar algunos minutos después de su conversión.
Otro problema que se ha señalado es que el VAR le ha quitado ritmo al partido, ya que una decisión entre el árbitro principal y la cabina donde se analizan las jugadas puede demorar hasta cinco o seis minutos, provocando un clima poco propicio tanto dentro de la cancha como en las tribunas.
La tecnología aplicada al fútbol puede tener más o menos impacto durante el juego y, sobre todo, puede enojar o no tanto a los aficionados como a los jugadores. Sin embargo, el VAR ha llegado para quedarse. Quizás sea la oportunidad para analizar la conveniencia de profesionalizar el VAR con árbitros que sean específicos en esa práctica para mejorar los fallos o para reglamentar su uso exclusivamente para determinadas situaciones.
Si la intención del VAR es brindar justicia en jugadas polémicas, deberán mejorarse los procesos que llevan a determinar las resoluciones, reduciendo lo más posible la interpretación de las acciones por parte del árbitro, colaborando así a que no haya dos sanciones distintas ante una jugada de características similares. Es probable que así este sistema alcance en el fútbol la aceptación que hoy tiene, a nivel internacional, en otras disciplinas deportivas como el rugby o el tenis.