Epidemia de violencia, pobreza y muerte en Venezuela
Veinte años después, la autodenominada Revolución Bolivariana muestra uno de los fracasos más estrepitosos de la historia contemporánea. El panorama de Venezuela está marcado por el hambre, la violencia, la proscripción de las libertades, la destrucción de la economía, la persecución a la iniciativa privada y la desaparición de la salud, la educación, la energía, el agua y los medicamentos.
Según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), ese país cerrará 2018 con 23.407 muertes violentas, lo que implica una media de 81,4 por cada 100.000 habitantes, en tanto que Honduras registra 40 muertes cada 100.000.
Las cifras oficiales, manipuladas, son mucho menores. El OVV detalla en su informe otras 5102 muertes que están bajo averiguación.
Durante 2018 sobresalen las 7523 muertes por resistencia a la autoridad, entendiendo por tales las ocurridas en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad, aunque bajo este rótulo se esconden verdaderas ejecuciones sumarias que dieron motivo a denuncias de organizaciones civiles y de derechos humanos.
En opinión de Roberto Briceño León, director del OVV, "los resultados muestran una disminución en la cifra de homicidios y un notable incremento de las víctimas caídas a manos de las fuerzas policiales", y que el "exterminio" de delincuentes a manos de policías podría servir de hipótesis para explicar la disminución de la tasa de homicidios.
Briceño León manifestó que las cifras registradas en el sur de Venezuela son iguales a las que vivió la ciudad de Medellín a finales de los 80 y comienzos de los 90 cuando el cartel de Medellín y Pablo Escobar ejercían el control de la ciudad.
La Organización Mundial de la Salud considera que existe una epidemia de violencia en un país cuando hay más de diez fallecidos por cada 100.000 habitantes. De los 24 estados que conforman el territorio venezolano, Mérida es el menos violento, con una tasa de 24 muertes. Los más violentos son Aragua y Miranda, con 168 y 124,4 homicidios, respectivamente.
Más allá del rotundo fracaso de sus políticas económicas y sociales y la caduca retórica revolucionaria y militarista, la violencia desenfrenada que asuela Venezuela es el reflejo de un Estado fallido cuyos principales responsables, con Nicolás Maduro y Diosdado Cabello al frente, prefieren la ruina del país a ceder el poder.