En defensa del patrimonio nacional
La ocupación del predio de la Escuela Militar de Montaña, en Bariloche, y la cómplice inacción oficial fueron condenadas masivamente
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En un país en el que gran parte de la población no parece estar en condiciones de superar los dolores de un pasado que se cobró víctimas de ambos bandos, celebrar el Día del Ejército Argentino fuera de los cuarteles puede parecer excepcional. Ya han transcurrido 212 años desde que, el 29 de mayo de 1810, la Primera Junta le dio formal nacimiento a la institución, en reconocimiento al trabajo de las tropas, para su reorganización en tiempos de aquella revolución.
Reiteradamente desde este espacio hemos criticado la cómplice inacción de distintos niveles de gobierno en la defensa de nuestra soberanía cuando grupos indígenas, algunos reales pero muchos autodesignados, ponen en peligro y atacan a personas y bienes con una violencia inusitada, invocando las más de las veces indocumentadas jurisdicciones ancestrales para afectar el derecho de propiedad.
Una caravana de autos partió el domingo último, en coincidencia con el día de celebración, por la ruta que conduce al cerro Catedral rumbo a la Escuela Militar de Montaña, sita a unos 9,5 kilómetros del centro de la ciudad. Vecinos autoconvocados, veteranos de Malvinas y público en general, unas 500 personas, desafiaron al termómetro para abrazar simbólicamente a la institución bajo el lema “Argentinos de pie defendiendo nuestra soberanía nacional en Bariloche”, en rechazo a la resolución judicial que dispuso la entrega del predio. Otros acompañaron haciendo sonar bocinas a lo largo del trayecto por la avenida Bustillo. Sin violencia, portando carteles y banderas, una de ellas de unos 60 metros de largo, en contra de las usurpaciones, la corrupción, los atropellos y la destrucción del patrimonio. Llamaron así la atención sobre la importancia de salvaguardar las tierras del Estado, precisamente porque son de todos. Se cantaron el Himno, la canción a la bandera “Aurora” y la Marcha de San Lorenzo.
Una ciudadanía activa y despierta asume protagonismo y reclama ser escuchada y que se recojan sus demandas, un fenómeno que se repite en distintos ámbitos y frente a distintas situaciones cuando muchos funcionarios y dirigentes desatienden los verdaderos problemas de la gente. Reconocer en las instituciones de las Fuerzas Armadas la tutela de nuestra soberanía es entender que el gasto en defensa no debe subestimarse. Apoyar la valiosa labor que se despliega a lo largo de nuestro tan extenso como rico y poco poblado territorio debería ser la norma y no la excepción, toda vez que quienes desafían nuestra integridad territorial han de ser sometidos a las leyes que nos rigen y que desconocen abiertamente, en evidente complicidad con funcionarios que solo defienden viles intereses.