Empresas de triple impacto
Conciliar la producción y la creación de riqueza con el desarrollo social y el impacto ambiental positivo debe ser el eje de un nuevo modelo empresarial
Días atrás tuvo lugar en forma virtual el encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) bajo el lema "#Emprender: co-crear para reconstruir". A lo largo de toda una jornada, distintos expositores aportaron sabias miradas sobre el impacto del Covid-19, el futuro de los medios y las audiencias, el rol del empresariado y el valor de la innovación y el emprendedorismo en el desafío de la reconstrucción.
El cierre estuvo a cargo del presidente Alberto Fernández, quien destacó que"llegó la hora de poner al capitalismo en su verdadera dimensión". El primer mandatario puso el acento en la necesidad de impulsar un capitalismo más noble, que "favorezca el desarrollo de la sociedad" e instó a considerar el impacto de la pandemia de coronavirus como una ocasión para revisar el capitalismo. Manifestó que se trata de un debate "inexorable" de cara al futuro cercano y que "tenemos una gran oportunidad que debemos aprovechar". Tiene razón. Seguramente el mundo, en materia económica, social y ambiental será diferente luego de la pandemia. Y muy probablemente el éxito de las empresas se medirá según su impacto en esos terrenos. La sustentabilidad de las decisiones empresarias cobrará una importancia esencial. Las empresas siempre han sido actores económicos imprescindibles pero ahora también su aporte a la mejora social, ambiental y cultural será indispensable.
En un reciente mensaje el secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, al presentar el informe de políticas sobre los efectos del Covid-19 en América Latina, subrayó que, conforme proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el decrecimiento del PBI latinoamericano alcanzará el 9,1% este año y que el impacto social de esta caída será muy agudo. Es por ello que invitó a los países a colaborar con acciones que favorezcan el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se trata del desafío de implementar la Agenda 2030 en la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo basado en la igualdad, la inclusión social y laboral, la erradicación de la pobreza, la sostenibilidad ambiental y el crecimiento económico.
Seguramente el mundo, en materia económica, social y ambiental será diferente luego de la pandemia. Y muy probablemente el éxito de las empresas se medirá según su impacto en esos terrenos
En este contexto, más que nunca, se agiganta la importancia de un nuevo modelo empresario al cual nos hemos referido reiteradas veces desde estas columnas. Hablamos de las empresas de "triple impacto", cuyo objetivo es conciliar, de un modo integrado, el desarrollo económico y social atendiendo también la protección del ambiente. Se trata de una nueva mirada sobre la economía que amplía la tradicional forma de desarrollo de actividades productivas para pasar de un eje centrado en la creación de riqueza para sus dueños a un desarrollo económico que incorpora estándares de transparencia, desempeño social e impacto ambiental positivo. Se trata precisamente de un concepto societario que corporiza las recientes palabras del presidente Fernández. Es que cada vez resulta más lógico que, sin dejar de generar ganancias, las empresas contribuyan a mejorar la sociedad y el lugar en el que se desenvuelven. Como afirma el empresario y filántropo Stephan Schmidheiny,"no habra´ empresas exitosas en sociedades fracasadas".
Surge así una nueva y diferente forma de hacer negocios. Se instala un cambio de paradigma que importa una evolución de la tradicional división binaria entre organizaciones con fines de lucro –que tienen como objetivo, muy genuino por cierto, la generación de ganancias para ser distribuidas entre sus socios– y las organizaciones sin fines de lucro. Se trata de un nuevo actor que alienta la "producción" de bienes sociales y ambientales, además de los económicos y financieros.
Cabe destacar que, en nuestro país se encuentra aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley que otorga reconocimiento legal a estas empresas de triple impacto a través de la figura de las "sociedades de beneficio de interés colectivo", conocidas también como BIC, regulando su desarrollo y promoviendo la transparencia de su gestión social y ambiental de cara a la sociedad. Resulta imperioso que el Senado de la Nación no dilate la aprobación de un instrumento que no sólo se corresponde con lo declarado por el presidente Fernández, sino que constituye una herramienta indispensable para el desarrollo de un capitalismo más noble, clave en el escenario que va dejando el Covid-19.
El proyecto da respuesta normativa a esta nueva forma societaria que refleja la evolución de la economía en todas sus dimensiones humanas al reducir la inequidad social y promover la conservación de los ya exiguos recursos del planeta. De este modo, estas empresas de triple impacto abren una alternativa de innovación económica que promueve la prosperidad de las generaciones actuales y futuras y abogan por lo que ha mencionado el presidente de la República.
Sería deseable que antes de que el proyecto pierda vigencia parlamentaria, el Senado brindara un expreso reconocimiento legal a estas sociedades, por su particular modalidad dentro de las sociedades comerciales y por resultar un instrumento por demás apropiado y adecuado para enfrentar estos momentos de crisis de la economía argentina.