Embate contra el Tribunal Fiscal
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El ministro de Economía, Sergio Massa, se refirió recientemente al Tribunal Fiscal de la Nación (TFN) como el lugar donde recurren los grandes contribuyentes para no pagar sus deudas con el fisco, al cabo de procesos muy largos que terminan licuando las supuestas deudas. Su solución para ello es cambiar la legislación de modo de exigir el pago previo de los importes discutidos para luego proceder a su defensa.
El TFN es un organismo autárquico destinado a resolver las controversias que se presentan entre el fisco y los contribuyentes, teniendo competencia en materia impositiva y aduanera. Creado por ley en 1960, ha venido cumpliendo, desde entonces, en forma más que satisfactoria, su objetivo de revisar las decisiones de la AFIP, constituyéndose en una herramienta eficaz de protección de los derechos de los contribuyentes. Diseñado a semejanza del Tax Court de los Estados Unidos, funciona como un verdadero tribunal de justicia, pero como órgano administrativo.
El prestigio del que goza el organismo se basa en haber garantizado el amplio e irrestricto acceso a la jurisdicción.
Al estar basado nuestro sistema tributario en el principio de autodeterminación a cargo del contribuyente, es el Fisco el que puede impugnar tal determinación, constituyéndose en juez y parte.
Frente a la notoria complejidad de la materia tributaria y su dinamismo, se provocan en la práctica continuas controversias interpretativas que requieren de un órgano independiente para otorgar seguridad jurídica.
Como se ha expresado, en las XIX Jornadas del Instituto Latinoamericano de Derecho Tributario, realizadas en Lisboa, y en concordancia con el Pacto de San José de Costa Rica, los organismos administrativos de orden jurisdiccional cumplen un rol relevante en el campo del proceso tributario.
El recurso de apelación ante el TFN produce un efecto suspensivo de pago, en cumplimiento de mandas constitucionales y de los principios de progresividad y tutela judicial efectiva.
Han aparecido voces en contra de este principio, como la del senador oficialista Oscar Parrilli, quien propicia un proyecto para eliminar el efecto suspensivo de las presentaciones ante el TFN, lo cual mereció críticas de tributaristas y académicos.
Ya en décadas pasadas hubo distintos intentos de desplazar al TFN, rechazados con sólidos argumentos por la Asociación Argentina de Estudios Fiscales y por el claustro de profesores de Derecho Tributario de la Facultad de Derecho de la UBA.
Pareciera que, nuevamente, aparecen esos vientos, para desnaturalizarlo y desplazar su aplicación.
El TFN debe consolidar su tarea, enfatizando los valores, principios y objetivos que hicieron a su creación sobre la base del hito que generó, en su momento, para el sistema tributario, al inscribirse dentro de la corriente mundial que propicia estos organismos dentro de la esfera del Poder Ejecutivo, en defensa de los eventuales desbordes de la administración tributaria, como garante de los legítimos intereses en juego.