El último baile de Nadal
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La noticia, aunque no puede tildarse de sorpresiva, causó un gran impacto en el mundo del deporte y especialmente entre los amantes del tenis. A través de un emotivo video, Rafael Nadal, de 38 años, explicó las razones de su alejamiento de los courts y agregó que en las finales de la Copa Davis, que se jugarán en su país del 19 al 24 de noviembre, asistiremos a su último baile como profesional en una cancha de tenis.
El resonante anuncio conmueve a todos aquellos que disfrutamos durante más de 20 años de sus memorables e irrepetibles logros y de su particular manera de comportarse en la cancha y fuera de ella. Dentro del rectángulo desplegaba la furia de un león enjaulado, de un competidor feroz, que entregaba absolutamente todo y más. Pero ya en las conferencias de prensa pospartido y en su vida diaria exhibía una sencillez y ubicuidad notables, muy a contramano de quien alcanza tanta fama, despertando idolatrías y con una cosecha de más de 135 millones de dólares solo en premios.
Nadal es ejemplo para sus millones de seguidores y fanáticos de cada rincón del planeta. Con una raqueta en la mano ha sabido trascender los estadios de tenis, e inspirado no solo a deportistas de otras disciplinas, sino también a la sociedad en general con sus muchas y potentes virtudes. El jugador nacido en Manacor, Baleares, nos demostró que los límites no existen y que la pasión, al final, derriba cualquier barrera. Su caballerosidad y respeto con todos sus colegas, a los que muchas veces apabullaba e invisibilizaba en la cancha, lo convierten en un faro y modelo a seguir para chicos y grandes.
Cuesta creer que sus 22 copas en torneos de Grand Slam –incluidas 14 en Roland Garros–, sus 92 títulos y sus más de 1000 victorias en el circuito parezcan poco al lado de su tan inmenso como memorable legado. El adiós a Nadal es ya un hecho inminente y quienes amamos al otrora deporte blanco no podemos dejar de emocionarnos. Se retira un grande entre grandes y da lugar a la leyenda. Su impronta se verá crecer en cada niño que empuñe una raqueta y en cada adulto que nunca se dé por vencido. Hay estrellas que trascienden su propio tiempo y brillan por siempre.