¿El show debe seguir?
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Se lo ha dicho muchas veces. Además de ser un deporte apasionante, por todo lo que lo rodea, el fútbol es un gran negocio que mueve inmensas cifras.
Sin embargo, si resulta incomprensible que sus dirigentes y sus protagonistas actúen de espaldas a la realidad que nos toca vivir, es inadmisible que, más allá del cumplimiento parcial de algunos protocolos, como si nada pasara, las autoridades que rigen esta actividad deportiva profesional no midan mínimamente las consecuencias a las que nos enfrentan en el contexto de la actual pandemia de coronavirus.
El fútbol no transcurre en una burbuja, por utilizar una figura discursiva de moda. Los futbolistas no son inmunes a los contagios, como está visto, y más allá de ser deportistas de elite, no gozan de superpoderes que eliminen los peligros del Covid-19.
Los ejemplos son elocuentes, tanto en el campeonato doméstico como en el plano internacional. Atarse en forma necia a reglamentos que privilegian intereses comerciales, antes que atender la salud de los deportistas y sus allegados, y no tener en cuenta el contexto por el cual la sociedad está transitando, no solo es muestra de una gran falta de sensibilidad, sino también de una enorme irresponsabilidad.
Fue inconcebible que el domingo último el equipo de River Plate se presentara a jugar frente a su clásico rival, Boca Juniors, con futbolistas que en su enorme mayoría habían tenido contacto estrecho con unos 15 compañeros que, un día antes, habían sido diagnosticados con Covid positivo. Menos de 24 horas después de disputado el partido, se confirmó que varios de los jugadores de River que se dieron cita en la Bombonera también tenían coronavirus.
Tanto la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) como la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) deberían haber suspendido hasta nuevo aviso el fútbol; sin embargo, se minimizan cuestiones graves porque el show siempre debe continuar. No parece importar a sus dirigentes si hay casos de virus, si hay revueltas sociales como sucedió en Colombia o si hay planteles diezmados por los contagios: los campeonatos deben continuar, pase lo que pase.
El fixture deportivo del año anticipa otro hito. Se avecina la Copa América 2021. Tanto en Colombia como en la Argentina, países anfitriones del evento, las máximas autoridades gubernamentales afirmaron que está todo dispuesto para su realización. Se hace caso omiso de una eventual batalla campal en las calles colombianas y de si en la Argentina escasean las vacunas y la curva de contagio viral no cede. El propio presidente Alberto Fernández sostuvo que, si se cumplen todos los protocolos, la Argentina estaría dispuesta a organizar ese torneo en su totalidad. Otro discurso para la tribuna.
Está dicho, el fútbol vive aislado en un universo paralelo. Tiene sus propios códigos e intereses. El espectáculo debe continuar y los gladiadores deben salir a la arena para darle al pueblo pan y circo, aunque en verdad, lo primero no abunde en estos tiempos y lo segundo sobre.