El rescate de un símbolo de Malvinas
Debe celebrarse que una emblemática embarcación de la Armada Argentina no sea subastada y desguazada y, en cambio, sea recuperada y puesta en valor
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Una medida acertada, fundada en razones de prudente sensatez y de gratitud hacia los héroes de Malvinas, constituye la decisión de frenar la subasta del aviso ARA Alférez Sobral, la embarcación de la Armada que perdió a su comandante y siete de sus tripulantes en una arriesgada misión humanitaria bajo el fuego de misiles de las fuerzas británicas.
En la madrugada del 3 de mayo de 1982, con la guerra ya iniciada, la nave ingresó en el teatro de operaciones para rescatar a dos pilotos de la Fuerza Aérea que se vieron obligados a eyectarse de un avión Canberra y lanzarse sobre el mar, tras el impacto de un misil Sidewinder lanzado por las tropas enemigas.
La decisión del ministro de Defensa, Luis Petri, llevó a la Armada a dar marcha atrás con lo que amenazaba con convertirse en un pasaporte seguro al desguace de un buque que hizo honor al compromiso de los marinos y defendió los derechos argentinos sobre las islas con la sangre de su tripulación. Primó el propósito de querer recuperar un valioso distintivo de aquella gesta por encima de la resignación de verlo convertido en chatarra.
Por severas restricciones presupuestarias, derivadas de una crisis económica profunda que se remonta a los años previos a la recuperación de la democracia, las autoridades navales habían resuelto despedir sin honores al aviso ARA Alférez Sobral, que había sido desactivado en 2018 ante la falta de recursos para sostenerlo. Desde entonces se encuentra amarrado a un muelle de la Base Naval Mar del Plata, sin dotación asignada y expuesto a los efectos corrosivos del mar sobre el casco, entre otros riesgos.
Igual destino se había fijado para otros navíos que también tuvieron participación en Malvinas, como la corbeta Guerrico, que transportó infantes de Marina y fue destinada a reafirmar la soberanía argentina en las islas Georgias, donde cayó el primer suboficial en combate durante la guerra, y la corbeta Drummond, que es gemela de la anterior y acompañó la flota anfibia en el desembarco del 2 de abril. A ellos se suma el buque hidrográfico ARA Comodoro Rivadavia. Los tres se encuentran en desuso en Mar del Plata y, a diferencia del ARA Alférez Sobral, ninguno de ellos podrá evitar la subasta, programada por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) para el 23 de septiembre.
Construido en 1944 en astilleros de la Armada de Estados Unidos, el aviso ARA Alférez Sobral fue botado originalmente como USS ATA-187 y rebautizado cuatro años después como USS Salish. Participó en la Segunda Guerra Mundial y fue condecorado con una estrella naval. Transferido a la Armada Argentina en 1972, recibió otra medalla por su actuación en la Guerra de las Malvinas. Presenta 43,6 metros de eslora y un calado de cuatro metros, a lo que suma una capacidad para 49 tripulantes.
Primó el propósito de querer recuperar un valioso distintivo de una gesta por encima de la resignación de verlo convertido en chatarra
Veteranos de Malvinas y varias instituciones asociadas a los valores comprometidos con la patria encabezaron los reclamos por el heroico aviso ARA Alférez Sobral –primero en las redes sociales y luego en pronunciamientos más formales– para darle una vida más y evitar que arríe su pabellón. La embarcación lleva el nombre del militar, geólogo y explorador José María Sobral, el primer ciudadano argentino en invernar en la Antártida, entre 1901 y 1903, dando inicio a la ininterrumpida presencia de nuestro país en el continente blanco.
Más allá del valor simbólico de 14,2 millones de pesos con que se había fijado el precio base del buque ARA Alférez Sobral cuando fue incluido inicialmente en la subasta, la recuperación y puesta en valor para ser expuesto como museo requerirá el aporte de fondos que, en medio de la crisis, no podrá salir de las arcas oficiales.
Varias asociaciones vinculadas con la industria naval y con los veteranos de Malvinas coinciden en que el traslado del aviso Alférez Sobral de la Base Naval Mar del Plata a su aún incierto destino exigirá un desembolso que superará holgadamente los 300.000 dólares, además de trabajos de inspección y preparativos costosos. Advierten, como dato adicional, que tiene un peso de 840 toneladas. Una de las entidades que ya comenzó a realizar gestiones con el Ministerio de Defensa y con la Armada es el Centro de Exsoldados Combatientes de Malvinas de Santa Fe, que evalúa desde hace tiempo dos espacios posibles para instalar el buque museo: el puerto local y un predio municipal de varias hectáreas sobre el río. También se movilizaron asociaciones de veteranos localizadas en Vicente López, con la idea puesta en el puerto de Olivos.
La definitiva localización, que dependerá también de la capacidad recaudadora de los autores de la propuesta que resulte elegida, deberá contemplar que en el Museo Naval de Tigre se exhibe el puente de navegación del ARA Alférez Sobral, en el que cayó el comandante Sergio Raúl Gómez Roca.
Surgieron, incluso, iniciativas para declarar monumento histórico nacional al emblemático buque. Y otras voces que se sumaban al pedido de su recuperación, al conocerse la elevada inversión que requeriría su traslado, comenzaron a preguntarse si no había otras prioridades en medio de la grave crisis social que aqueja a la Argentina.
La decisión de dar marcha atrás con la subasta de un buque de significativo valor histórico, arraigado en la memoria de los argentinos, representa, en definitiva, una oportunidad para medir en términos concretos el compromiso de la sociedad para evitar que el deterioro y el olvido sepulten los símbolos que se identifican con misiones emblemáticas. La recuperación exigirá el aporte de sectores privados y también la creatividad para atraer al público y mostrar que la inversión vale la pena.