El programa de Biden
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El nuevo gobierno de los Estados Unidos acaba de lograr la rápida sanción de un vasto programa de estímulos económicos destinado a poner nuevamente en marcha a su propia economía. El objetivo es paliar así el impacto adverso de la extendida pandemia de coronavirus sobre el nivel de la actividad económica del país del norte.
Se trata, en síntesis, de inyectar en su economía doméstica nada menos que unos 1,9 billones de dólares, que se pagarán a través de subsidios asignados en forma directa a sus ciudadanos.
El programa de estímulo representa alrededor del 8,5% del PBI estadounidense. Contribuirá probablemente a que la economía mundial se expanda durante este año en más de un 5,6%, según estimaciones que superan el pronóstico correspondiente a diciembre pasado, que sugería, en cambio, una posible expansión global del orden del 4,2%.
Cabe apuntar que la expansión económica buscada podría arrojar, entre sus consecuencias, una elevación de las tasas de interés prevalecientes en todo el mundo, para tratar de limitar así las presiones inflacionarias que pudieran aparecer simultáneamente con las políticas activas de incentivo al crecimiento.
Claro que todo esto podría asimismo provocar un aumento del costo del endeudamiento de países como la Argentina, al igual que elevaría el propio de los Estados Unidos, hoy también fuertemente endeudados.
La cuestión merece, por su importancia, ser detenidamente analizada por los gobiernos y los organismos financieros internacionales.