El precio del trigo
Tan pronto como surgieron expectativas sobre un mejoramiento del precio internacional del trigo, durante el año último, se generó una intervención de hecho del Estado, que limitó las exportaciones y "sugirió" un precio para el mercado interno de $ 370 la tonelada.
Esta arbitraria regulación, destinada a mantener artificialmente bajo el precio del pan, produjo una expropiación del ingreso de los productores en beneficio del consumo, sin compensación alguna para aquéllos. Se suma esto a las elevadas retenciones a la exportación del trigo, del 20 por ciento, que engrosan las arcas estatales y deprimen los ingresos del productor.
El precio internacional del trigo en Chicago ha rondado los 170 dólares la tonelada, mientras que en los mercados argentinos el precio se sitúa en 120. Las entidades agropecuarias vienen reclamando insistentemente por esta distorsión: no se oponen a que se subsidie el precio interno de las harinas o el pan, pero pretenden que el peso no caiga sobre los productores.
Finalmente ha llegado el subsidio, pero en forma por demás curiosa. En efecto, consiste en el pago del 85 por ciento de la diferencia entre el "precio sugerido" interno de 370 pesos y el precio internacional, pero se especifica que no se subsidiará a los productores que vendan a menos de dicho precio, al tiempo que a quienes vendieron ya por debajo de ese valor, se les dirá que vendieron mal o que su producto era de baja calidad.
Lo cierto es, como lo han interpretado dirigentes agropecuarios, que el precio que están cobrando los productores desde diciembre último no alcanza el "precio sugerido" interno, en tanto que el valor de pizarra está entre 350 y 360 pesos, precisamente porque la decisión del Gobierno que cierra y abre las exportaciones conspira contra la suba, por cuanto achica la demanda. De este modo, los buenos precios internacionales están fuera del alcance del productor y el fisco no cobra las retenciones, pues se reducen las ventas al exterior. El comprador local, por su parte, no necesita pagar el precio sugerido de 370 pesos, puesto que el precio se mantiene por debajo de tal valor ante la falta de competencia con el mercado externo.
En conclusión, como no se alcanza el precio mínimo sugerido, la compensación no se produce y el productor nada cobra.
Pocas veces, con la sola excepción del operativo montado en torno del precio de la carne, se ha visto un disparate mayor, según el cual se expropia el valor real de la producción, se prohíbe la exportación, se fija un precio para el mercado interno inalcanzable por falta de competencia con los verdaderos valores que son los externos, y como los molineros locales pagan menos de dicho valor, se acusa a los productores de "malvender" su producto y, por ende, no reciben compensación alguna. Se ha logrado así inventar el subsidio que no subsidia a quienes están destinados.
Es imprescindible que algún funcionario del Gobierno se siente con los representantes de los productores, lea las pizarras de los mercados de granos y corrija este auténtico dislate, producto de digitar el precio del trigo. Si las autoridades quisieran subsidiar a los consumidores podrían hacerlo, pero no a costa de los productores, a quienes conducen a producir menos, como ha venido ocurriendo en el caso del trigo.