El pecado de la desnutrición
CARACAS.– Aunque la organización Cáritas afirma en su reciente publicación que los indicadores de desnutrición mejoraron levemente en 2021, todavía es inaceptable que haya casos entre los niños venezolanos de este flagelo que los marcará toda su vida. Esta es una de las consecuencias de la crisis humanitaria compleja que han provocado las políticas criminales del gobierno chavista.
Con una canasta alimentaria que ronda los 400 dólares, las madres venezolanas tienen que hacer milagros para darles de comer a sus hijos, pero está visto que pocas lo consiguen. Esta tragedia se vive a diario desde hace muchos años, y no hay peor desgracia que ver a un niño que no alcanza sus potencialidades porque no se le suministran los nutrientes necesarios.
Cáritas de Venezuela hizo el estudio en 22 diócesis de 19 estados del país y llevó los números de 1423 niños. Los resultados de estas mediciones son demasiado elocuentes, aunque, como se dijo antes, muestran una pequeña mejoría con respecto a 2020. Sin embargo, de esta cantidad de infantes, un poco más del 10% sufre desnutrición aguda de moderada a severa. A la anterior cifra hay que sumarle 22% que está en riesgo de entrar en desnutrición aguda en el corto plazo. Y lo que es peor, un tercio de los niños monitoreados tienen ya el daño nutricional instalado, pasó de ser agudo a crónico; es decir que las consecuencias para su crecimiento y desarrollo ya son inevitables. ¿Quién puede sentirse cómodo con semejantes hallazgos?