El patrimonio arquitectónico de Mar del Plata, en peligro
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La ciudad balnearia de Mar del Plata enfrenta una nueva amenaza que podría marcar el destino de su patrimonio arquitectónico y cultural: la construcción de una torre de 120 metros de altura en Playa Chica. El proyecto, aprobado por varias comisiones del Concejo Deliberante, arrasa con casonas centenarias en una zona donde el código urbanístico solo permite edificaciones de hasta siete metros. Esta aberración es el último capítulo de un proceso que ha visto cómo la ciudad debilita su patrimonio arquitectónico en manos de la desenfrenada especulación inmobiliaria.
Desde hace décadas, Mar del Plata ha sido víctima de una “ordinarización” urbana que ha borrado su historia y su singularidad. Las casonas y chalets, armónicos con su paisaje, han sido reemplazados por torres anodinas, conformando un entorno despojado de carácter. Este falso progreso, que promete desarrollo y modernidad, en realidad está convirtiendo a la ciudad en un espacio genérico, indistinguible de cualquier otra urbe balnearia del mundo.
No se critica la construcción de edificios de gran altura, sino la ubicación que se pretende. Una obra que impactaría el paisaje y la vida cotidiana de los marplatenses debido a la proyección de una gran sombra sobre la playa y la ruptura de la relación entre la ciudad y el océano. Las normativas urbanísticas destinadas a proteger nuestro patrimonio son violadas sistemáticamente por decisiones políticas que benefician a un pequeño grupo de desarrolladores, dejando de lado el interés general de la comunidad.
Es imperativo que los ciudadanos y las autoridades se cuestionen el tipo de ciudad que desean. No se trata de oponerse al progreso, sino, por el contrario, de exigir un desarrollo que valore su historia y su identidad, y no que contribuya a su deterioro.
¿Se busca una ciudad que respete su riqueza patrimonial y su cultura o una urbe que se entregue sin reparos a los intereses políticos e inmobiliarios coyunturales?
El verdadero desarrollo es compatible con la preservación de lo que hace única a Mar del Plata. No es tarde para rectificar el rumbo, pero el momento de decidir es ahora. Los marplatenses y las autoridades tienen la palabra.