El Mundial de la ovalada
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Mañana, como cada cuatro años, en el Stade de France de París se dará el puntapié inicial a la décima edición de la Copa del Mundo de Rugby, el tercer evento en cantidad de espectadores e ingresos derivados de su organización, solo por detrás de las Olimpíadas y de los campeonatos mundiales de fútbol.
La cantidad de selecciones participantes se amplió esta vez, y llega a un número jamás imaginado en 100 años de historia: 20 equipos, divididos en 4 grupos, en un formato de todos contra todos, con 2 que entran a la siguiente etapa, por disputarse con la modalidad de eliminación directa. Serán 2 africanos, 3 sudamericanos –se incorporó en esta oportunidad Chile a la dupla de Argentina y Uruguay–, 1 asiático, 9 europeos y 5 representarán a Oceanía. Las selecciones jugarán en 9 estadios franceses a lo largo de 51 días.
Del crecimiento y la masividad alcanzados en nuestro país por este juego, que promueve con valores la formación de personas, hablan 30 de los 33 jugadores convocados que surgieron de clubes del interior del país, con solo 3 que hicieron sus inferiores en asociaciones de la Unión de Rugby de Buenos Aires.
Se debe resaltar que Los Pumas son, junto con Sudáfrica y Chile, los únicos seleccionados participantes con jugadores “nacidos” en el país, comparando con la cantidad de “importados” que tienen los otros equipos. Escocia, por caso, se presenta con 15 de sus 33 jugadores que no nacieron en el país, y Japón, con 11.
En esta edición, 113 jugadores sobre un total de 660 defenderán la camiseta de un país en el cual no nacieron, algo que genera un sinsabor en los puristas del amateurismo, que querrían un verdadero torneo en el que rivalicen naciones sin ventajas deportivas para los más poderosos que “repatrían” talentos.
Desde los inicios de esta copa, en 1987, Nueva Zelanda y Sudáfrica fueron campeones en tres oportunidades. Australia ha levantado la copa en dos ocasiones, e Inglaterra, en una. Como no sucedió antes, ningún equipo llega con el rótulo de claro favorito. La activa participación argentina en el torneo de las cuatro naciones del sur del hemisferio desde hace unos años, junto con Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda, ha renovado los impulsos y las esperanzas de alcanzar una marca meritoria como la del tercer puesto en 2007. Por su parte, Irlanda, número uno del ranking, sin descollar con individualidades, cuenta con un funcionamiento aceitado y domina todas las facetas del juego. Sudáfrica, el último campeón, es buen candidato por su poderío físico, y Francia, por su talento natural, el peso de la localía y la conducción de Antoinne Dupont, probablemente el mejor jugador del mundo. Por último, nunca hay que descartar a Nueva Zelanda, los reyes de este juego, siempre presente en las instancias decisivas.
Los Pumas son para la prensa los favoritos del grupo D, integrado por Samoa, Chile, Japón e Inglaterra, diezmada por lesiones, suspensiones y un reciente cambio de entrenador. Los argentinos llegan en buena forma, con muchos jugadores experimentados y su marca registrada: garra para superar adversidades y un gran corazón.
La disputa entre equipos muy parejos se resolverá por pequeños detalles. Una infracción en un scrum, un penal errado, una mala decisión táctica o una inconducta marcarán la diferencia. El que menos errores cometa levantará la ansiada Copa William Web Ellis, nombrada así en honor al creador del rugby. Aunque pueda parecer solo un sueño, Los Pumas también irán por la hazaña.