El laberinto mendocino
Cuando asumió, en diciembre de 2011, el gobernador de Mendoza, el kirchnerista Francisco Pérez , anunció lo que sería luego su propio laberinto, del que le cuesta ahora salir. Si logra hacerlo, seguramente será más caro. Esa provincia no cede en el gasto público, sobre todo en personal, que ya demanda el 57 por ciento de la pauta anual. Y esto tiende a seguir creciendo por la simple razón de que el propio mandatario prometió algo que no cumplió: el congelamiento de incorporaciones de agentes al Estado. Ahora, las paritarias vuelven a golpearle la puerta.
Empezó con uno, después fueron dos y ya son tres los decretos a los que apeló Pérez de manera desafiante, pero le terminaron jugando en contra. En dos años de gestión, la planta pasó a tener, al menos, 6000 empleados más, según datos del Ministerio de Hacienda local. El gobierno provincial relativiza la cifra, mientras que el radicalismo asegura que supera los 10.000 agentes nuevos. Mendoza ya tiene en la administración pública a más de 109 mil empleados, sobre una población económicamente activa de 398.000 personas.
En el medio del laberinto ha quedado encerrada una gestión que pide a los cuatro vientos auxilio financiero ante una oposición que exige mayor control y eficiencia en el uso de los recursos. Mientras, el proyecto de presupuesto 2014, por 33 mil millones de pesos, ha quedado frenado en el palacio legislativo y hay dudas de que finalmente se dé el debate para que Mendoza tenga su ley de leyes. Se esperaba una discusión áspera, pero todo quedó en la nada. Y hay quienes, dentro de la oposición, sospechan de un posible manejo discrecional de los recursos públicos. En el radicalismo creen que el gobierno contará con unos 7 mil millones de pesos con libre disposición, obtenidos de lo que se recaude por sobre lo que indica el presupuesto de 2013, que fue de 25 mil millones de pesos.
La ineficiencia y los gruesos problemas de gestión han llevado a cometer errores graves que agudizan aún más el camino por recorrer en medio del cepo al dólar y los problemas en la política cambiaria. A pesar de ello, Pérez decidió el año pasado -aún con vencimientos de deuda de administraciones anteriores- emitir tres bonos y una letra bajo la modalidad dollar linked (pago en pesos a la cotización de la moneda estadounidense al momento del vencimiento), lo que ya hizo crecer ese pasivo, aproximadamente, en un 20%. Asimismo, con la disparada del dólar, los compromisos de pago de deuda postergados en acuerdo con la Nación pierden la fuerza inicial.
Mientras las arcas provinciales siguen sufriendo, la "entrega" del gobernador a los últimos designios K en el tema petrolero tras la estatización de YPF ha puesto en alerta a los mendocinos. Tras el acuerdo de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi), Mendoza ha cedido un importante porcentaje en el cobro de Ingresos Brutos a la exploración y explotación de petróleo y gas: se reducirá el gravamen del 5% al 3%, por lo que dejaría de percibir unos 56 millones de pesos anuales. La explicación oficial es que se promueven las inversiones.
Mendoza nunca dejó de ceder. Ya había perdido con la promoción industrial y no reclamó más por la coparticipación federal, mientras crece la presión fiscal en desmedro de las economías regionales y de las pequeñas y medianas empresas.
En el medio, otra vez, quedan los ciudadanos, que tienen que hacerse cargo de los errores, con menos y desmejorados servicios por inoperancia, controles endebles y falta de inversión. Las subas tarifarias de la luz, el agua y el transporte público no hacen más que incrementar la impotencia y el malestar. Una realidad que ha dejado a la población sin una clara salida a la vista. No sólo se trata de administrar el dinero público, sino de hacerlo bien y por el bien de todos.