El hambre, sin final feliz
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Un millón de niños argentinos se van a dormir sin cenar, según la lapidaria actualización de la octava encuesta a hogares que realizó Unicef. Si se incluye a quienes se saltean alguna comida durante el día, el número se eleva a un millón y medio. Los datos publicados por la institución sobre pobreza infantil seguramente ya no nos sorprendan cuando venimos de años de dolorosas y alarmantes cifras. Es más: muchos ya se habrán acostumbrado a escucharlas. El cuero se curte, dicen, pero no el de los protagonistas de este drama.
Surge también del último informe de Unicef que muchos adultos, más de 4 millones y medio, se saltean una comida, priorizando que sus hijos puedan alimentarse. Ponerse en la piel de esos padres de familia tan desesperados como desesperanzados es entender por qué debemos contribuir de alguna forma.
La campaña lanzada por Unicef Argentina bajo el eslogan “El hambre no tiene final feliz” advierte sobre la situación de más de 7 millones de niños que viven en la pobreza monetaria y convoca a la sociedad a sumarse con una donación mensual para mitigar esta situación. En el spot, una madre angustiada busca satisfacer el cuestionamiento que le hace su pequeño hijo respecto de por qué se van a dormir sin comer respondiéndole que ya es de noche y la heladera se fue a dormir.
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) había reportado recientemente que el 54,9% de la población es pobre y el 20,3%, indigente. Para Unicef, el 70% de los niños y niñas argentinos viven en situación de pobreza y el 30% de ellos, bajo la línea de pobreza extrema. La caída de ingresos se asocia con que el 15% de quienes son sostén de familia perdieron el empleo en lo que va del año, con el 65% ubicándose en los sectores de mayor vulnerabilidad.
La crisis económica se traduce en que unos 10 millones de chicos comen menos lácteos y carnes que el año pasado. El impacto de las privaciones y restricciones alimentarias sobre su desarrollo físico e intelectual es gravísimo, por cuanto no habrán de recuperarse con el tiempo. Desde Unicef plantean que los programas sociales deben ponerse en valor por encima de la línea de indigencia. “Si se juntara la Prestación Alimentar con la AUH, el costo sería del 0,03% del PBI y el ingreso estaría por encima de la indigencia. Es decir que la pobreza en la Argentina es erradicable”, afirma Sebastián Waisgrais, miembro del área de Inclusión Social y Monitoreo de Unicef.
Atender sin demoras la inseguridad alimentaria debe ser una prioridad del Gobierno y un compromiso de todos. Quienes nos vamos a dormir con la panza llena deberíamos también contribuir a paliar el escándalo del hambre que aqueja a nuestros niños y jóvenes. No hacerlo es empeñar el futuro.