El dictador Ortega y la Iglesia
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No conforme con la cancelación masiva de organizaciones no gubernamentales, la dictadura nicaragüense que encabeza el matrimonio de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha incrementado la hostilidad hacia la Iglesia Católica.
El último ataque estuvo dirigido a las religiosas de la Orden Madre Teresa de Calcuta, que administraban el Hogar Inmaculado Corazón de María en la ciudad de Granada, donde albergan a adolescentes abandonados o víctimas de abusos, y atendían un asilo de ancianos en Managua.
Las autoridades nicaragüenses les notificaron a las monjas de origen extranjero que administraban los centros benéficos, que debían abandonar Nicaragua. La Asociación Misioneras de la Caridad, fundada en Nicaragua por la Madre Teresa de Calcuta y cuya disolución ordenó el gobierno de Ortega, ha cerrado sus obras benéficas y sus religiosas se preparan para abandonar el país.
También se censuró y se sacó del aire el Canal Católico, que pertenece a la Conferencia Episcopal de Nicaragua, en tanto las iglesias y catedrales del país son atacadas por los paramilitares. El régimen acusa a la Iglesia de haber refugiado en sus templos a manifestantes que huían o fueron heridos durante las distintas protestas realizadas, por lo que tildó a los religiosos de “golpistas”.
Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, “el asedio de la policía a los sacerdotes de la Iglesia Católica reconfirma que en Nicaragua ya nadie se libra de la persecución incesante a la divergencia, a la demanda de justicia y, ahora, a la labor pastoral”. La libertad de religión se suma a los derechos humanos coartados y hasta las más humanitarias acciones son condenadas.
Los púlpitos se convirtieron en una trinchera contra el régimen de Ortega. En un país donde alzar la voz contra los desmanes del mandatario puede significar la cárcel, los nicaragüenses ven en las parroquias un respiro ante la censura. Los valientes sacerdotes ocupan ese espacio privilegiado para denunciar los abusos de poder y las violaciones de los derechos humanos, algo intolerable para la dictadura de Nicaragua.