El diaconado femenino
El reciente Sínodo Mundial de Obispos concluyó sin resolver la cuestión de la ordenación de las mujeres para el ministerio
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El cardenal Víctor Fernández, prefecto para el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, se refirió a uno de los temas más espinosos del Sínodo Mundial de Obispos que reunió a 350 referentes de la Iglesia de todo el mundo y cuya segunda fase concluyó el 26 de octubre. En una carta difundida por su par de Comunicación, Paolo Ruffini, apuntó que el papa Francisco considera que el tema del diaconado femenino aún no está maduro y que no conviene entretenerse con esa posibilidad.
Respecto de no discutir la ordenación sacerdotal de mujeres, el Sumo Pontífice ya se había mostrado firme. Preocupado por el rol de la mujer en la Iglesia, entiende que atender la situación de unas pocas ordenándolas diaconisas no resuelve la situación de millones de mujeres dentro de la Iglesia. Como las conclusiones de los trabajos de la segunda comisión creada a tal fin en 2020 no son unívocas, se seguirá trabajando en el asunto, según anunció Fernández, mientras se buscan otras formas de promover a las mujeres. “Si resulta que en el pasado las mujeres predicaban durante la celebración de la Eucaristía o ejercían el poder sin haber sido ordenadas diáconos, ¿tiene esto menos valor?”, expresó el cardenal.
Además de predicar la palabra de Dios, los diáconos pueden celebrar bautismos y matrimonios, presidir los ritos funerales y organizar la caridad eclesial.
“Sínodo” significa “caminar juntos”. Este Sínodo de la Sinodalidad que acaba de concluir duró tres años y fue el primero en convocar no solo a obispos, sino también a laicos y a más de 50 mujeres que tuvieron derecho a voto. Algunos de los participantes en el Sínodo se quejaron porque sus propuestas no fueron escuchadas. Defienden la igualdad de género dentro de la institución y entienden que el diaconado femenino compensaría de alguna forma la escasez de sacerdotes, en un error conceptual, pues los diáconos no son ordenados para el sacerdocio, sino para el ministerio.
El papa Francisco considera que el tema del diaconado femenino aún no está maduro y que no conviene entretenerse con esa posibilidad
Los 155 puntos del documento final fueron aprobados por una holgada mayoría. El punto sobre las mujeres en la Iglesia y la cuestión ministerial es precisamente el que más oposición generó, con 258 aprobaciones y 97 rechazos. “No hay ninguna razón para que las mujeres no asuman funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse. También sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal”, expone el documento.
La ordenación al sacerdocio o el diaconado no son los únicos criterios para plantear la paridad de géneros. A quienes insisten en avanzar de forma más rápida en supuesta concordancia con los signos de los tiempos se les plantea que son muchos los ámbitos dentro de la Iglesia en los que el papa Francisco ha incrementado la participación de las mujeres en roles de liderazgo.
En Roma, monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente saliente de la Conferencia Episcopal Argentina, subrayó: “Hubo una valoración muy grande del trabajo de la mujer en la Iglesia… Pero tiene que pasar un tiempo para que pueda darse el diaconado femenino”. En la misa del cierre del encuentro sinodal, el Santo Padre habló de una Iglesia en pie que recoge el grito de la humanidad y que debe ver las “urgencias pastorales y los tantos problemas del mundo en el que vivimos”.
Las alemanas encabezan las protestas tras el Sínodo y se preguntan irónicamente si deben estar felices porque no se haya prohibido su diaconado dejando la puerta abierta; pero se preguntan también hasta cuándo deberán esperar y critican que se hable de sinodalidad excluyendo a las mujeres, esto es, a la mitad de la grey católica.
Las conclusiones de las comisiones serán presentadas al Papa en junio de 2025 e incluyen temas difíciles que motivan la decisión de postergar la cuestión. La posibilidad del diaconado femenino se mantiene abierta y el debate continúa.