El deporte argentino, ante un cambio necesario
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En el deporte, como en la vida, los milagros no abundan, por lo que sin una planificación concreta y un apoyo sostenible del Estado y del sector privado, es muy difícil lograr grandes resultados a pesar del talento y el esfuerzo de nuestros deportistas.
El logro de tres medallas –una de cada color– y seis diplomas en los recientes Juegos Olímpicos realizados en París estuvo dentro de los cálculos previos, con alguna sorpresa, como el oro de José “Maligno” Torres en BMX Freestyle, además de la confirmación del habitual desempeño de Las Leonas en el hockey femenino y la tradición en el deporte de vela, con el segundo puesto logrado en la categoría Nacra 17 por Mateo Majdalani y Eugenia Bosco.
Si se observa el vaso medio lleno se puede argumentar que hubo una leve mejoría con respecto a Tokio 2021, donde no hubo medallas de oro; se avanzó en la posición en el medallero general, y el desempeño de la delegación argentina no contrastó con los magros logros del resto de las naciones sudamericanas, con la excepción de Brasil.
De cualquier manera, ese balance sería por demás conformista, teniendo en cuenta el potencial que tendrían los deportistas argentinos si contaran con el apoyo y la infraestructura necesarios para competir en igualdad de condiciones en el contexto internacional.
De poco sirve la estadística que dice que la Argentina quedó en el puesto 52º entre 206 delegaciones y que, gracias a la presea de oro, ascendió 20 lugares en el medallero respecto de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Un dato histórico, que el ambiente deportivo destaca, es que aparecieron nuevos problemas en 2017, cuando se le retiró autarquía al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) y se licuó el fondo del 1% que aportaba la telefonía celular para solventar becas y presupuesto para los deportistas de elite.
Más allá de esto, se requiere una urgente revisión de la actuación de las distintas federaciones, una planificación estratégica que conjugue esfuerzos de clubes, escuelas, universidades, gobiernos y empresas, para que los esporádicos logros no sean solo fruto de arrestos individuales o aislados esfuerzos privados.
Pasaron 40 años desde los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, donde la Argentina no obtuvo medallas. A partir de ahora comienza el camino hacia la misma sede en 2028. No es mucho tiempo, pero sí el suficiente para cambiar el rumbo y apuntar a un desarrollo sustentable y exitoso de nuestro deporte.