El Censo Nacional 2020
La pandemia del coronavirus podría llevar a postergar el relevamiento poblacional que el Indec efectúa cada diez años en el país
La emergencia que atravesamos por la pandemia del coronavirus, que amenaza con registrar un pico de casos entre las últimas semanas de abril y principios de mayo, y extenderse por más tiempo, alterará muchos planes y proyectos que habían sido previstos para este año por el Gobierno. Uno de ellos podría ser el Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2020, programado por el Indec para el 28 de octubre.
El organismo, que con la gestión del recientemente fallecido Jorge Todesca recuperó la confiabilidad de las estadísticas y mediciones oficiales, no confirmó aún la realización del operativo, que requerirá la participación activa de 750.000 censistas y la colaboración de toda la población. Ante el avance de la epidemia, el director del Indec, Marco Lavagna, evaluó recientemente con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, los plazos y análisis preliminares de la realización del Censo 2020, sobre el que se viene trabajando desde hace más de tres años, con distintos preparativos llevados adelante por el gobierno anterior y por el actual.
Si bien para la realización del Censo 2020 faltan siete meses, el propio Indec está evaluando posponerlo para el primer trimestre de 2021, lo que, de acuerdo con el escenario que hoy sacude al país, no deja de ser una posibilidad para tener en cuenta. Ya los censos de población y vivienda que debían efectuarse en los años 1990 y 2000 fueron postergados un año por sendas emergencias económicas y se realizaron en mayo de 1991 y noviembre de 2001, lo que no invalidó sus resultados para la planificación de políticas vitales para el país.
Las previsiones del Indec indican que el próximo censo alcanzará a más de 15 millones de viviendas y más de 45 millones de personas.
Se trata de un instrumento de gobierno y política pública consolidado en el mapa internacional, que en nuestro país comenzó en 1869 y se lleva adelante cada diez años desde 1960. Incluso, su realización está contemplada en el artículo 45 de la Constitución nacional, dado que sus resultados determinan la representación proporcional en el reparto de bancas de la Cámara de Diputados. Las Naciones Unidas definieron que los censos de población y vivienda constituyen "una de las principales fuentes de datos necesarios para formular y aplicar políticas y programas orientados al desarrollo socioeconómico inclusivo y la sostenibilidad ambiental, así como para supervisar la eficacia de esas políticas y programas".
En México, por ejemplo, el brote de coronavirus sorprendió en plena realización del censo de población y vivienda. Se resolvió aplicar, por lo tanto, medidas extraordinarias para disminuir el riesgo ante la emergencia sanitaria. Además de habilitar la posibilidad de contestar por internet o por teléfono, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía mexicano estableció la prohibición de que los censistas tuvieran contacto físico con las personas entrevistadas; estipuló que mantuvieran una distancia de 1,5 metros respecto de quien respondía el cuestionario y que la entrevista no fuera realizada en el interior de la vivienda. La gente puede contestar desde la ventana, detrás de una reja o desde el balcón. Se trata, en definitiva, de variantes que se podrían tener en cuenta en el Indec, en la etapa de recolección de los datos.
Si bien, en sintonía con la cuarentena, el organismo de estadísticas argentino suspendió preventivamente los operativos de campo, hay pasos preliminares que aún deben cumplirse, como la confección definitiva del cuestionario al que se someterá a la población.
En noviembre de 2019, el Indec llevó adelante la segunda prueba piloto del operativo, que entre otras novedades incluyó en el cuestionario una pregunta para conocer la religión de cada persona. La prueba retomó una práctica vedada desde 1960, pero practicada en otros países, alentada por investigadores que trabajan en la sociología de las religiones y resistida por algunos sectores ideologizados. La iniciativa partió de la gestión anterior de la Secretaría de Culto, y los encargados de analizar el desarrollo de la prueba piloto recomendaron que la pregunta se formulara en forma abierta, sin opciones, a diferencia de la planilla utilizada en ese relevamiento preliminar, que ofrecía un menú de opciones.
Más allá de este tema puntual, se trata, como dijimos, de un instrumento decisivo en la formulación de políticas de Estado, que será de suma utilidad para acompañar la reconstrucción que necesitará el país una vez superada la emergencia sanitaria.