El CCK debe cambiar su denominación
El centro cultural ubicado en el antiguo Palacio de Correos no merece tener un nombre asociado a los más escandalosos hechos de corrupción de la Argentina
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Poco antes del inicio del gobierno encabezado por Javier Milei, la estatua del expresidente Néstor Kirchner, emplazada desde 2020 en el hall de entrada del Centro Cultural Kirchner (CCK), fue retirada del lugar. Según informó su nueva directora, Valeria Ambrosio, eso no obedeció a una decisión de las nuevas autoridades sino a una orden de la exvicepresidenta Cristina Kirchner, extemporánea por cierto. Fue trasladada a Quilmes, el municipio que gobierna la camporista Mayra Mendoza, con el argumento de resguardarla de potenciales ataques.
La estatua es una obra del artista argentino Miguel Jerónimo Villalba, donada en 2014 a la sede de la Unasur en Ecuador. La salida de Rafael Correa del poder cambió el destino del monumento y, por orden del entonces presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, fue retirada en septiembre de 2019, después de que el Parlamento de ese país aprobara su remoción. La escultura llegó al CCK en octubre de 2020 como homenaje en el décimo aniversario de la muerte del expresidente argentino.
En las últimas horas, ante una ola de especulaciones, la nueva funcionaria designada por Milei tuvo que salir a negar que se fuera a modificar el nombre del lugar, tal como indicaban algunas versiones. Al respecto manifestó: “No, es ridículo eso, no me parece que sea algo inteligente de hacer. Es un lugar que nació de una manera, tiene un nombre y tiene una identidad que conservar”. También descartó que fuera a haber despidos en el CCK y manifestó: “Los trabajadores tienen incertidumbre pero yo les dije ‘acá no se va a echar a nadie’, la idea no es venir y remover. Nadie me dijo ‘hay que recortar’ y se recorta la cultura. Es el último lugar en el que hay que recortar. Son presupuestos mínimos y hay que defender a capa y espada”.
Las declaraciones de Valeria Ambrosio resultan desafortunadas. Parecería apresurado afirmar que el número de trabajadores del CCK es el necesario y adecuado, sin un estudio pormenorizado. No se trata de recortar la cultura, sino de racionalizar el gasto, según lo expresado por el ahora presidente de la Nación durante la campaña electoral.
Con relación al cambio de nombre del espacio inaugurado en 2015 en el edificio que fue anteriormente sede del Correo Argentino, sería conveniente que la funcionaria aclarase a qué se refiere cuando dice que “el lugar tiene una identidad que conservar”. Para analizar cuál sería originalmente esta, bastaría recordar que de cara a los festejos por el aniversario de la Revolución de Mayo se había convocado a un concurso internacional de anteproyectos en 2006. A poco de iniciadas las obras, en 2010, en el marco de los festejos del bicentenario del primer gobierno patrio, se inauguró temporariamente un sector que volvió a cerrarse para continuar luego los trabajos. Se hablaba entonces del Centro Cultural del Bicentenario. Solo en 2012 se lo rebautizó como Centro Cultural Néstor Kirchner aduciendo que el expresidente era hijo de un trabajador postal y que solía visitar el edificio, tal como se lee en una de las enormes placas originales de mármol descubiertas en ocasión de la reinauguración de 2015.
Otra de esta serie con los nombres grabados de la exmandataria Cristina Kirchner, el exministro de Planificación Julio De Vido y el exsecretario de Obras Públicas José López rinde tributo a los responsables de la reinauguración. Podríamos por tanto concluir que la identidad del ex Palacio de Correos ha quedado indisolublemente asociada a un sinnúmero de hechos de corrupción por los que fueron juzgados y condenados quienes figuran en la placa.
Como ya fue señalado desde esta columna, el CCK debería cambiar su nombre. No hay cultura que pueda desarrollarse, extenderse, promocionarse y divulgarse con orgullo en un edificio que lleve el apellido Kirchner, invariablemente asociado a los más escandalosos actos de corrupción que haya sufrido el país en toda su historia, que tanto daño y empobrecimiento han causado a la República. Muchos han comenzado a proponer nombres alternativos. Bastaría, en nuestra opinión, que se retomara la idea original de llamarlo Centro Cultural del Bicentenario.