El caso Assange
El ciudadano australiano fundador de WikiLeaks , Julian Assange , que estuvo refugiado durante siete años en la sede diplomática ecuatoriana en la ciudad de Londres, acaba de ser detenido por la policía británica y deberá enfrentar su postergado procesamiento judicial por haber difundido, desde el mencionado sitio electrónico, miles de documentos secretos del ejército norteamericano, que habrían sido obtenidos de manera ilegal.
Su pésima conducta como huésped no querido de esa representación diplomática se fue tornando insostenible, lo que ha producido el hartazgo de las autoridades del país que lo cobijó. Assange había sido ya despojado de su asilo y de su nacionalidad ecuatorianos por parte del gobierno de ese país, que hoy gobierna el presidente Lenin Moreno, claramente alineado con Occidente, a diferencia de su predecesor Rafael Correa. Este último fue uno de los principales líderes bolivarianos de la región, y estuvo en su momento entre los más activos seguidores del fallecido líder venezolano Hugo Chávez.
La caída en desgracia de Correa, que fue su protector, resultó determinante para la suerte corrida por Assange, puesto que quedó privado de protección política. Por esa razón, su detención no puede ser calificada de inesperada.
Es probable que el actual presidente ecuatoriano -quien también fue objeto de filtraciones de fotos y conversaciones privadas realizadas desde WikiLeaks, con las que se alimentaron acusaciones de corrupción en su contra- acceda a extraditarlo, de modo que Assange, de una vez, enfrente los graves cargos que se han acumulado en su contra.
Assange será ahora requerido formalmente por las autoridades de los Estados Unidos, que ya han anunciado que procurarán su extradición y que lo juzgarán por complicidad en el delito de traición y divulgación de documentos secretos de la que en su momento fue responsable la exanalista de inteligencia Chelsea Manning.
La exsoldado del ejército estadounidense, conocida como Bradley Manning antes de hacer pública su transexualidad, ayudó al fundador de WikiLeaks a acceder en 2010 a aquellos documentos secretos de Estados Unidos.
Assange sostiene que podría por ello ser condenado hasta con la pena de muerte. El gobierno norteamericano responde, en cambio, que tan solo arriesga una condena a prisión por hasta cinco años.
Las autoridades británicas, instadas ciertamente por las norteamericanas, lo requerían constantemente desde 2012. Y, pacientemente, lograron alcanzar su objetivo.