El cambio climático y Sandy
La emergencia climática ya es una realidad; es necesario que los gobiernos lo acepten y elaboren urgentemente políticas de previsión para enfrentarlo
Después del desastre producido por el huracán Sandy, se replantearon lógicos interrogantes tendientes a explicar las causas de un fenómeno natural tan destructor. En un orden inmediato, el proceso generador de un temporal de esa magnitud se correspondía con un encadenamiento de hechos conocidos que permitían anticipar su culminación. Pero la indagación buscó ir más allá y establecer si persisten las variables determinantes de calamidades de ese tipo; es decir, si es el calentamiento global el verdadero gestor de desastres como los que padeció la costa este de los Estados Unidos.
La explicación que apela a los antecedentes cercanos es la que ha ganado validez a través de metódicas investigaciones bien controladas que se siguen confirmando al estudiar las tormentas tropicales. Según ella, los hechos se esquematizan así: al aumentar la temperatura de la superficie del mar, el aire que entra en contacto tiende a ascender, húmedo y cálido a la vez. Se forman entonces nubes, que preparan el temporal, mientras el aire frío desciende y, al hacerlo, se va calentando. Luego, esas masas de aire cuya temperatura fue aumentando vuelven a ascender y el ciclo se completa. En esa zona del hemisferio norte los vientos se suelen debilitar con el frío que viene del Ártico, pero en esta ocasión Sandy se encontró con un frente de baja presión que acrecentó su fuerza, mientras que en el Atlántico Este otro frente, pero de alta presión, empujó el huracán sobre la costa de los Estados Unidos.
Ésa fue la explicación básica, que no resuelve las dudas profundas, que puso sobre el tapete Al Gore, figura política que en los últimos años asumió un rol ambientalista y que, al hablar con respecto al huracán, dijo: "La energía sucia genera clima sucio. A medida que los océanos y la atmósfera sigan calentándose, las tormentas tendrán más poder y serán más peligrosas". Y agregó que lo ocurrido "es una perturbadora señal de las cosas por venir". En los días posteriores al desastre, el tema aludido por Al Gore fue analizado por expertos en organismos de primer nivel. Para algunos podía existir un vínculo probable entre el calentamiento global producto de "la energía sucia" mencionada por Al Gore, riesgo que crecería en el futuro. Miembros de otras instituciones manifestaron que todavía es incierta la predicción y se necesitan más años de investigación para pronunciarse.
Finalmente, cabe citar un valioso trabajo publicado por la ONU en 2009, en el que colaboraron científicos de todo el mundo y que encaraba el problema de los riesgos futuros que sobrevendrían por efecto del calentamiento global. Un dato impactante que ahí se lee es que desde l960 hasta el fin del siglo XX, las pérdidas anuales por causa de catástrofes naturales crecieron de 75.000 millones de dólares a 659.900 millones. Este incremento es más que llamativo, aunque el pronóstico de una causalidad ambiental no sea válido todavía.
No surge otra alternativa que la necesidad de que todos los gobiernos acepten la realidad del cambio climático, la vulnerabilidad de nuestras sociedades a él y la urgencia en elaborar políticas de previsión a través de un desarrollo ordenado que aminoraría las perturbaciones ambientales y los desastres que ahora nos estremecen.