El atentado contra Duque
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Cuando se aprestaba a aterrizar en el aeropuerto de Cúcuta, el 25 de junio último, el helicóptero en el que viajaba el presidente de Colombia, Iván Duque, junto a los ministros de Defensa y del Interior, fue atacado con disparos de fusiles, tres de los cuales impactaron en la nave.
No es casual que el atentado se haya registrado en esa región, la segunda zona con mayor concentración de coca y a pocos días de conocerse el informe del gobierno de los Estados Unidos sobre la medición de hectáreas con ella cultivadas, que aumentaron a 212.000 en el último año.
Si bien las hipótesis sobre quiénes podrían haber perpetrado el ataque son variadas, con el correr de los días todo parece indicar que grupos terroristas y guerrilleros ligados al narcotráfico serían los responsables del atentado. El negocio de la cocaína proporciona recursos financieros sin límites a los grupos armados ilegales, entre los que se destacan el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El atentado podría contener un mensaje explícito hacia las máximas autoridades de Colombia con la finalidad de detener la erradicación de los cultivos ilícitos en la zona. No hay dudas de que estos cultivos son el combustible para las economías ilegales en las regiones donde las comunidades padecen la violencia e intimidación por parte de los grupos criminales que disputan el control del negocio.
El gobierno colombiano ofreció el equivalente a unos 795.000 dólares de recompensa por información que lleve a la captura de los responsables del ataque, ocurrido cerca de la frontera con Venezuela. Por su parte, el director general de la policía, general Jorge Vargas, desplegó un equipo de búsqueda que encontró en la zona cercana al aeropuerto de Cúcuta dos fusiles: un AK-47 cuyo número de registro está siendo investigado y otro calibre 7,52 con marca de las Fuerzas Armadas de Venezuela.
Gobiernos latinoamericanos, de Estados Unidos y de la Unión Europea, como también distintos organismos internacionales, repudiaron el ataque al helicóptero, en el que, además del presidente Duque, viajaban algunos de sus funcionarios, todos los cuales resultaron ilesos. La Argentina, a través de un comunicado de la Cancillería, expresó la más enérgica condena al atentado y al uso de la violencia.
Es de esperar que quienes están al frente de la investigación actúen con celeridad para aclarar lo ocurrido, no solo para evitar los efectos que este cobarde atentado pudiera generar sobre el clima político y social, bastante agitado en las últimas semanas, sino también por ser un ataque directo a la democracia y a la institucionalidad de Colombia.