El abuso de las pantallas
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El abuso de las pantallas no reconoce edades, pero sus consecuencias se agravan frente a la inmadurez de los más chicos. La revisión de investigaciones confirma que la dependencia de internet se traduce en alteraciones en el cerebro y en cambios en la conducta. Desórdenes cognitivos, pérdida de aprendizaje, sedentarismo, miopía, debilidad muscular, sueño alterado y aislamiento social progresivo afectan a nuestros jóvenes, además del impacto de los contenidos que reciben, y que incluyen dietas inconsistentes, noticias falsas, estafas, peligrosos desafíos virales, ciberbullying o grooming.
Queda mucho camino por recorrer, pero iniciativas como la del Grupo de Diarios América, que recientemente reunió a especialistas de nueve países latinoamericanos, merecen celebrarse.
La directora de una escuela de la República Dominicana destacó que lucha por mantener despiertos a los alumnos que trasnochan manipulando dispositivos.
Desde el Centro de Internet Seguro-Vigías de Red PaPaz, una red de padres y cuidadores colombianos, destacan que un celular no puede ser un simple regalo y demanda un proceso de conversación previa sobre su uso, peligros y ventajas. En la Argentina, Infancia Sin Smartphones busca cambiar una norma socialmente instalada y sumamente perjudicial: unas 120 familias acordaron esperar hasta los 14 años para dejar que sus hijos usen celulares y hasta los 16 para que accedan a redes sociales.
El gobierno federal de Brasil creó el Departamento de Derechos en la Red y Educación Mediática, que elabora la primera guía oficial para el uso consciente de pantallas y dispositivos digitales de niños y adolescentes. El Kids Online en Uruguay reveló que la principal actividad de los niños en las redes es conversar con familiares, amigos, conocidos y también con extraños; un peligro cuando más del 14% acepta todos los pedidos de amistad y el 33% confiesa ya haber tenido una experiencia negativa por internet.
Tanto Meta (Facebook e Instagram) como TikTok aseguran tener mecanismos para identificar a niños en redes y excluirlos, aunque esto no siempre se cumple. Las herramientas están, pero faltan leyes que obliguen y sancionen, imponiendo el corte etario y garantizando que el ambiente de las plataformas sea seguro para menores.
Mientras tanto, compartir experiencias es una forma de encarar un complejo problema que marcará el futuro de quienes hoy pueden quedar atrapados por la tecnología.