El absurdo cepo a las carnes
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Pasado mañana se levantará parcialmente el cepo a las exportaciones de carnes impuesto por el presidente Alberto Fernández.
Como consecuencia de la instauración en abril de un registro de exportadores de carnes, al que siguió el cepo en mayo, los productores ganaderos llevaban perdidos a mediados de septiembre más de 1000 millones de dólares, unos 8 millones de dólares por día que nadie reintegrará a productores y frigoríficos afectados, asimilable a la pérdida de diez millones de cabezas del stock ganadero nacional por las restricciones de 2006.
Al anunciarse la revocación parcial del cepo, el nuevo ministro de Agricultura y Ganadería, Julián Domínguez, se presentó junto con el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y cuatro gobernadores de provincias ganaderas. Sus posiciones estaban divididas ya antes de la derrota oficial en las PASO. Omar Perotti (Santa Fe) y Gustavo Bordet (Entre Ríos) habían anticipado el daño que aquellas medidas harían a los candidatos peronistas, y Axel Kicillof (Buenos Aires) y Sergio Ziliotto (La Pampa) habían asociado sus nombres a las temerarias iniciativas originadas en el Instituto Patria.
No se explica la presencia del ministro del Interior, Eduardo de Pedro, figura relevante de La Cámpora, en una reunión en la que estaba la Mesa de Enlace, atacada recurrentemente por la vicepresidenta y sus adictos. En ese encuentro, el ministro de Agricultura y Ganadería anunció la reapertura de las exportaciones a China de vacas de conserva, las llamadas en lenguaje campestre “vacas viejas”, que la vicepresidenta graciosamente asoció a un “geriátrico”, como cuando se refería al “yuyo” hablando de la soja.
El cepo mantenía retenidas en la Argentina 140.000 vacas viejas, sin mercado consumidor y, por ende, sin precio, mientras que China absorbe el 75% al año de esos animales. Ya se sabe que de las 900.000 toneladas de carnes con hueso que el país exportó en 2020, no se superarán las 780.000 toneladas en 2021. En una situación financiera crítica, la imperdonable pérdida de ingreso de divisas que la vicepresidenta encuentra tan graciosa es un lujo que no podemos darnos, sumada a una caída, entre mayo y julio, del 6,5% del consumo de carnes, efecto de la política que ella patrocina.
Seguirán hasta fines de año las prohibiciones de exportar, con excepción de algunos compromisos puntuales mientras anteayer se anunció un ambicioso proyecto de ley de fomento al dsarrollo agroindustrial.
El maltrato y la animadversión del kirchnerismo hacia el campo –que quedó respondido con la ausencia de los principales ruralistas en el acto del Gobierno realizado el jueves pasado– superan toda lógica. Suponer que en un par de semanas se pueda generar confianza y reparar el daño es descabellado.